Un récord y 15 años en lo más alto
La carrera de Eliud Kipchoge del pasado domingo en Berlín supuso su consagración como el mejor maratoniano de la historia. Es un corredor keniano que ha dedicado una gran parte de su vida a superarse. Por el camino, ha ido además superando a los mejores fondistas. Y aunque su nuevo récord del mundo rebajado en casi ochenta segundos (lo único que le faltaba por hacer en este deporte) parece que es lo más impresionante que ha hecho nunca, yo me quedo con la victoria cuando solo contaba con 18 años en la final del Mundial de 2003 en París en los 5.000 metros ante los mejores de siempre, el marroquí El Guerrouj y el etíope Kenenisa Bekele.
Esa victoria épica cuando nadie contaba con él y un récord mundial en maratón que ha logrado que muchos de los que estudiamos el atletismo tengamos que revisar nuestros conocimientos, suponen quince años sin soltar el pedal del acelerador. Un tiempo en el que no ha dejado de cosechar medallas de Campeonatos del Mundo y Juegos Olímpicos. Sin embargo, lo más destacable de Eliud es que su longevidad y su calidad deportiva están a la altura de su carisma personal, expresado siempre a través de su simpatía, amabilidad y humildad.
Casado fue oro europeo de 1.500. Hizo su tesis sobre atletas en Kenia.