Zaniolo el predestinado: la única sonrisa romanista
“Os voy a sorprender”, dijo Eusebio Di Francesco en la víspera. Pensamos que preparase un nuevo dibujo, como hizo para tumbar al Barça en abril, pero la sorpresa se llamaba Nicoló Zaniolo. Tiene apenas 19 años y le regalaron el estreno que cada niño sueña: en el Bernabéu, ante el Madrid. Monchi le quiso incluir a toda costa en la operación Nainggolan este verano, sabía que era un predestinado: conoció la Nazionale (Mancini le convocó con la absoluta hace dos semanas) y la Champions antes que la Serie A. Hizo una buena primera parte corriendo más que nadie (5.88 km) y mostrando personalidad. No fue poco y no se le podía pedir más: el Roma fue bombardeado desde el principio del enfrentamiento y su técnico, en el banquillo, se desesperaba.
Pareció el guion del partido de hace un año ante el Atlético, pero con menos suerte. Olsen se partió el alma para evitar una humillación, aunque no pudo hacer mucho ante la falta de Isco, la zurda de Bale y el latigazo de Mariano. En verdad, tampoco Alisson habría podido. Un rival demasiado duro para este Roma en construcción, que deja Madrid más consciente de sus defectos y con un talento más para su futuro. Mancini lo pidió casi de rodillas: dejadle espacio a los jóvenes que si no, de esta crisis, la Azzurra no vuelve a salir. Di Francesco mostró el coraje que le caracteriza y, al menos, se regaló una noticia positiva en una noche para olvidar. Eso sí: hasta que en Italia nos rasguemos las vestiduras cada vez que un Sub-20 se estrena en un gran partido, significará que la cosa todavía no ha mejorado.