Germán, sigues invicto

Victoria. El Atlético ganó al Mónaco en el que quizá sea el encuentro clave del grupo y el triunfo rojiblanco le sitúa como aún más claro favorito. El equipo de Simeone cometió un fallo tonto en defensa que le costó un gol y a punto estuvo de complicarse el partido, pero reaccionó a tiempo y se llevó los tres puntos. La pasada temporada el Atlético pudo y tuvo que llevarse el triunfo de Roma, no lo hizo y lo acabó pagando. Esta vez no sucedió igual. Sin jugar un partido brillante, el Atleti ganó y ese triunfo aún le dará más tranquilidad para afrontar los próximos encuentros, tanto en el campeonato español como en la Champions.

Nervios. Simeone cumplió el último partido de los cuatro que tenía de sanción y no paró de chillar desde la posición en la que vio el encuentro, conocedor de la importancia del triunfo. Marcó el primero Diego Costa, quien el año pasado no jugó la Champions con el Atleti. Y Giménez, a balón parado. Los rojiblancos pueden hacer mucho daño en este tipo de jugadas. Por cierto, el Atlético ganó los cuatro partidos que Burgos ha dirigido al equipo: Arsenal, Marsella, Real Madrid y Mónaco. No se podrá quejar el bueno de Germán.

Derrotas. Por otro lado, hay derrotas que duelen y escuecen y más las que son por goleada y las ve toda Europa. Derrotas que retratan. Griezmann no se metió con nadie en la entrevista que nos concedió a Javier Matallanas y a quien esto escribe y en la que dijo que estaba en la mesa de Messi y Cristiano. El francés está orgulloso de ser campeón del mundo, orgulloso de pertenecer a un Atlético que gana títulos, orgulloso de su afición, de estar aquí, de que la gente le quiera... en definitiva, de ser del Atleti. No mencionó ni una vez nada en contra del Real Madrid. Todo lo contrario. Respeto por el gran rival. Todo lo que hizo fue expresar su alegría por vivir un momento de felicidad.

Ignorante. Sucede que Griezmann hizo una storie en Instagram en la que Ramos le coronó como Rey de Europa tras la Supercopa de Tallin. Me encanta la personalidad de Ramos, el fallar un penalti y casi sacar el balón del estadio y volver a atreverse a tirarlo más veces. Ser capitán del Real Madrid y de la selección no es algo que esté al alcance de cualquiera. Pero eso también implica medir las palabras y no meterse en charcos ajenos. Y no llamar ignorante a un compañero de profesión que sabe distinguir entre baloncesto y basket.