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El posible futuro de Isco como interior

Dos suplencias consecutivas invitan a pensar en el papel de Isco contra el Roma y en el resto de la temporada. Se presupone que la condición del malagueño, ya de por sí muy relevante en las dos últimas campañas de Zidane, se revalorizaría con Lopetegui, pero el encaje general del Madrid cuestiona su presencia en determinados partidos y circunstancias. El técnico vasco está apostando por un 4-2-3-1 o 4-3-3, con un tridente en auge pese al tropiezo de San Mamés. Isco tiene espacio preferencial en el primer sistema como mediapunta en fase ofensiva y cuarto centrocampista en defensa. Ese es un rol semejante al que asumía con Zidane en el rombo. Lopetegui también le otorga libertad y le permite alternancias posicionales con Asensio como se apreció en la Supercopa contra el Atleti y en LaLiga ante Getafe o en el rato frente al Athletic (29 minutos). Desde esa posición activa a Marcelo (19 pases el día del Getafe). Sin embargo, el contexto con el 4-3-3 le apremia a evolucionar como interior.

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Lopetegui ha utilizado a Isco en esa función en diversos momentos ante el Girona y el Leganés. En Montilivi empezó actuando como enganche, pero los aprietos del Madrid en la salida, retratados en Casemiro, le reclamaron actuar como interior derecho. Isco abarcó mucho campo y no deslució en esa faena. Las dudas, en cambio, se originan desde dos planos. De inicio cuesta ver a Isco en el perfil defensivo que exige la ubicación, aunque los datos relativizan esa teoría. Registra, por ejemplo, promedios idénticos a Kroos en su cuenta de entradas exitosas, balones interceptados y rechaces de este curso (dos, dos y siete, respectivamente). Sus problemas se encuentran en situaciones de repliegue y en la ocupación en el triángulo entre central, lateral e interior. Ceballos acusó el mismo problema en Bilbao.

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La otra sospecha se asocia a su posible pérdida de desequilibrio y a sus características como organizador. Se aleja del área como centrocampista. Isco no podría desarrollar de la misma forma la capacidad de llegada que demostró en el gol ante el Athletic y tampoco sus virtudes como asistente (cuatro pases de finalización cuando juega como mediapunta). Asimismo, se desconfía de sus aptitudes como constructor en la base de la jugada. A Isco se le atribuye una propensión a ralentizar el juego por su excesiva conducción en un Madrid que suele circular el balón con cierta velocidad. Es el equipo de LaLiga que más pases efectivos da por minuto (17,8). El malagueño posee cualidades para romper con esta corriente. En Montilivi aportó fluidez y su campo de visión resultó muy amplio. Su diagrama de entregas lo certifica: 14 a Carvajal, 13 a Kroos, 10 a Bale, siete a Asensio, Marcelo y Casemiro... A partir de ahí, se espera la adaptación de Isco como interior. Su posible progresión tiene un antecedente positivo en el caso de Silva en el City de Guardiola. El canario ha aprendido a fijarse en zonas más determinadas y su trascendencia no ha disminuido. Isco podría protagonizar una transformación similar, aunque siempre le quedará la opción de ejercer como falso extremo izquierdo en el 4-3-3 de Lopetegui o de Luis Enrique en la Selección con autonomía para aparecer por dentro. Este puede ser su cometido ante el Roma...

Aparición como mediapunta

Isco conduce, cede a Marcelo y va en dirección portería para el centro de Bale desde la banda.

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Protección del lado débil

Le cuesta cerrar su carril cuando la jugada transcurre por el otro costado. Demasiada distancia entre líneas.

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