Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

El 'desVARajuste' vale una derrota

La psicología. Los efectos prácticos del VAR ya se habían predicho. Los goles pueden subir o no al marcador en función de la tecnología, como ocurrió en el 0-1: una acción de córner que acabó en un penalti a instancias de los auxiliares. Pero no estaban medidos los efectos psicológicos. El Espanyol marcó el 0-2 en una brillante jugada, lo celebró, regresó a su campo, pero cuando el Alavés se dispuso a sacar de centro, Iglesias Villanueva consultó al VAR y anuló el tanto. Era el minuto 48. Siete minutos después, en una acción fortuita en un saque de banda aunque con error de marcaje de los centrales, Bastón empató. El Espanyol vivió unos minutos en el ‘desVARajuste’ y, tres después, en un error en la transición defensiva, recibió el 2-1. Del 0-2 al 2-1 pasaron diez minutos. Devastador.

La otra cara. Vitoria era un termómetro para un Espanyol acostumbrado a ganar a los grandes y perder con los equipos de menor potencial. Ocurrió el curso pasado, y lamentablemente también sucede en este. Además lo era por el tipo de partido que podían plantear los vascos. Y se vio a un Espanyol que tuvo más complicaciones para combinar, pero que se mostró seguro en una primera parte solvente. Se encontró el premio del gol y anotó un 0-2 fiel al juego de Rubi, en una jugada que comenzó en las botas de Hermoso y que fue fluyendo como un río hasta llegar a la desembocadura del gol. Pero la posición de Borja Iglesias, en fuera de juego y obstaculizando la visión de Pacheco, provocó la anulación y el cambio de rumbo del encuentro.

Otras claves. El partido dio para ver al Espanyol y a Rubi en otras situaciones. La primera, la alineación, idéntica a la del Valencia. La segunda, la reacción tras el 2-1. El técnico apostó por plagar al equipo de delanteros, pero no encontró soluciones en ataque, y apenas creó peligro ante un sólido Alavés, vasco y duro con todas las de la ley. Le faltó a los blanquiazules juego cuando más hacía falta y le equilibrio y contundencia en esos diez minutos locos, en los que el equipo no pudo levantarse de la lona, como si la anulación del 0-2 hubiera supuesto un puñetazo en el hígado. El Espanyol de desdibujó con los cambios y se apagó la luz en ataque.

Paciencia. El partido es un reflejo de las posibilidades de este Espanyol, que por centímetros no se coloca 0-2 en Mendizorroza, sin sufrir, creando más ocasiones y bajó el amparo de Roca, capataz del centro del campo por delante de Darder y Granero. Pero también es un reflejo de las debilidades que atañe el modelo ofensivo, con desequilibrios como el del 2-1. El riesgo será también que los pericos le adivinen el truco, en un fútbol cada vez más numérico y estudioso. La derrota, eso sí, deja un gusto más dulce que la del curso pasado. Este Espanyol ataca y juega bien. Pero debe dominar otras situaciones.