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Me disgusta la trifulca que se está organizando entre Alonso y Red Bull. Poco elegante, innecesaria e inútil. Sin embargo, si tuviera que decantarme por alguna de las partes no me cabe duda sobre cuál elegir: al piloto. No porque sea español, que también porque me genera más empatía, sino porque no acierto a entender las razones que podrían llevarle a inventarse semejante trama. Ya está fuera de la Fórmula 1, no anda buscando equipo y tampoco lo que él diga debería afectar al prestigio de una escudería como la energética. Aunque quizá ahora sí, cuando niegan la mayor y han entrado en un intercambio dialéctico que poco tiene que ver con el deporte y mucho con las cuentas pendientes, las negativas que han recibido de Alonso en varias negociaciones durante los últimos años.

Y que conste que tengo a Christian Horner por un tipo serio, me parece mucho más cabal que Helmut Marko, el otro mandamás de Red Bull. Pero obviamente les ha escocido que se hayan desvelado unos contactos que ellos preferían mantener en el ámbito privado toda vez que no han prosperado. Es cierto que quizá Alonso podía haberse ahorrado comentarlo, aunque creo que las declaraciones veraniegas del británico tampoco le han caído bien y ahora está en una posición en la que la diplomacia pasa a un segundo (o tercer) plano para él. Negar que el asturiano resulta un piloto apetecible para cualquier escudería tiene categoría de patraña, otra cosa es que coyunturalmente pueda o no encajar en determinado proyecto. Lo dicho, un rifirrafe sin mucho fundamento y esperemos que la cosa no vaya a más. Porque tampoco veo a Alonso disculpándose de nada…