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El partido en USA. Aquí hay play-off cada fin de semana

Más allá de la ventaja económica y a nivel de márketing que pueda suponer jugar un partido de LaLiga en Estados Unidos, hay que medir muy bien el impacto deportivo de la medida, cosa que parece haber pasado a un segundo plano por parte de los impulsores de una iniciativa que sin duda se encuadra en la modernización/monetización del fútbol.

Los impulsores de la idea, con Javier Tebas al frente, acuden raudos a la comparación con los deportes mayoritarios de Estados Unidos (béisbol, fútbol americano y baloncesto) que hace tiempo que juegan partidos fuera de sus fronteras “y no pasa nada”. Comparación fuera de lugar a mi entender porque en Estados Unidos existe un factor corrector de la competición en los play-offs. Los partidos que se juegan fuera de las fronteras americanas excluyendo el factor cancha son de Liga regular y escasamente trascendentes para la clasificación final. Dejando a un lado el caso de que a lo largo de la temporada en baloncesto, los equipos de la misma conferencia visitan más de una vez a sus rivales. Intenten plantear a cualquier franquicia de los tres grandes deportes norteamericanos la posibilidad de jugar un partido de play-off fuera de su pista y verán lo que les dicen.

En el caso de una competición como la española sin play-off, tres puntos pueden valer un campeonato, una clasificación para la Champions, para la Europa League o un descenso. Esos puntos no hay manera de recuperarlos. Aquí hay play-off cada fin de semana.

El factor campo también es fundamental en la Liga por encima de lo que pasa en Estados Unidos. Los equipos más modestos, caso por ejemplo del Girona, tienen una remota posibilidad de dar la campanada ante uno de los grandes apelando al factor campo. La hazaña del Girona hace un año ante el Real Madrid en Montilivi la veo mucho más complicada en el Hard Rock Stadium de Miami. En caso de jugar un partido en supuesto terreno neutral en Estados Unidos, no cabe duda de que los grandes, Barcelona y Madrid, se verían beneficiados. No es lo mismo jugar ante el Betis en el Villamarín que en Kansas o ante la Real en Anoeta que en Menphis por mucho beneficio económico que obtengan del viaje.

Además, el efecto de equipo local favorecería a los grandes equipos repitiendo el ‘efecto Tánger’ que se vio en la Supercopa de España del pasado fin de semana entre Sevilla y Barcelona. El 90 por ciento del estadio Ibn Battouta era blaugrana y el mismo paisaje se repetiría con Barça o Madrid enfrentándose a cualquier equipo de LaLIga. Los aficionados supuestamente neutrales acudirían al estadio para ver (y animar) a Messi, Ramos, Coutinho, Suárez o Benzemá. Con todos los respetos no veo a aficionados de Alburquerque comporando entradas para ir a ver a Parejo, Joaquín o Iñaki Williams, a pesar de que son unos jugadores sensacionales.

Deportivamente, por tanto, el partido debería enfrentar a dos equipos de potencial muy alejado y tener poco en juego (como pasa en las ligas regulares americanas) minimizando ya de antemano cualquier posibilidad de sorpresa. Además de buscarle un acomodo en la temporada que no interfiera con otras competiciones como la Champions, la Europa League o la Copa del Rey.

El partido en Estados Unidos puede ser un buen negocio y una promoción adecuada, pero deportivamente es muy complicado de encajar. Quizás ha habido mucha prisa. De cara a una próxima temporada podría tratar de implementarse en la primera jornada de un campeonato, sería lo más parecido a un partido inane de esas ligas regulares que no se deciden hasta que llegan los play-off.