Este Dembélé sí encaja

Dembélé y Ter Stegen hicieron acreedor al Barcelona de una nueva Supercopa y rindieron a un Sevilla que ya exhibe el método Machín en su fisionomía e idea de juego. Noticioso resultó el buen hacer del futbolista galo. Siempre a remolque en su primera temporada, encogido por la falta de espacios, protagonizó en Tánger una mejoría evidente en su entendimiento de los ataques posicionales. Valverde lo emplazó a la banda izquierda y Dembélé mostró cierta inteligencia para abrirse o cerrarse en función de lo que reclamara la situación. El atasco del Barcelona en el primer tiempo, con Arthur y Rafinha improductivos y algo perdidos, sólo encontró opciones de desahogo en las apariciones de Messi y en los movimientos interiores del francés. El 43% de las acciones ofensivas azulgranas transcurrieron en su zona de influencia.

Dembélé se ofrece a Arthur y recibe por dentro

Lo que le faltó a Dembélé en la primera parte lo incorporó tras la reanudación. Estiró a la defensa sevillista con desmarques de ruptura en balones en largo de Piqué y Busquets. Era una maniobra casi más de distracción que efectiva, pero que le servía a los de Valverde para operar con más huecos en la segunda jugada. Su alianza con Jordi Alba también fue fluida (22 pases entre ambos) y no se arrugó en los unos contra uno (tres regates completados). Acabó en la banda derecha. Valverde removió las fichas y dispuso un 4-2-3-1 en los instantes previos al gol de Dembélé. Doble pivote con Rakitic y Busquets y Coutinho escorado a la izquierda. El extraordinario disparo de Dembélé coronó al Barcelona y abre paso al optimismo alrededor de su propia figura.