Estamos terminando el mes de julio y los madridistas vamos sacudiéndonos poco a poco el inevitable bajonazo que supuso asumir la marcha de Cristiano a Turín. Acostumbrarse a vivir sin 50 goles fijos al año no debe resultar fácil, por lo que es normal que en las playas y en el campo los merengues se pregunten quién va a hacer ahora la labor impagable que desarrollaba el portugués. No deja de resultar curioso que de la famosa bbC haya sido precisamente la C la primera en abandonar el tridente. Si nos lo dicen hace sólo dos meses casi nadie se lo hubiera creído.

Pero esto es el Madrid y su grandeza consiste en levantarse sin mirar por el retrovisor. Este fin de semana ya tendrá Lopetegui a la tropa española, a Keylor y a Kroos. Ocho espléndidos futbolistas. A ellos se ha unido Odriozola (un lateral que vuela por la banda derecha), Vinicius (un brasileño que impresiona en los vídeos llegados desde el Flamengo) y Lunin (un portero que en su presentación habló más en español que los cinco años que lleva Bale en nuestro país). Cierto que un servidor hubiese querido que Mbappé hubiese acabado de blanco, pero si el PSG dice que es imposible tampoco vamos a agachar la cabeza. El Madrid está en muy buenas manos con Julen Lopetegui y su actual plantilla es la tricampeona de Europa. Yo no pierdo la fe.