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Griezmann, un violinista entre los fieros uruguayos

La sensación de suficiencia y de pasmosa facilidad de Francia en este Mundial le permite derribar muros como el uruguayo, el más sólido del torneo, el que acabó resquebrajado ante la inteligencia en el juego de Griezmann. Era un partido para ganarlo con el cerebro y ahí el más listo fue el colchonero. Ante la fortaleza de Uruguay en las acciones a balón parado defensivas se inventó un amago previo al saque de falta del primer gol para agitar el árbol. Marcó Varane. Para disparar los nervios de los uruguayos y sentenciarlos lo probó desde fuera del área hasta hacer sonrojarse a Muslera. Hay que intentarlo siempre.

Pero lo mejor fue su interpretación del partido en la segunda parte. Cuando más energía requería Uruguay, más pausa puso él. A mayor rock and roll de los uruguayos, más sonido de violines hizo que se escuchara él. Por fin Griezmann fue el líder de una Francia tremendamente entera, capaz de entender el partido según iba mutando. Lloris, los centrales, Lucas, Kanté, Pogba, Mbappé... Todos están brillando, pero necesitaban a su líder. Y su líder, Griezmann, apareció para deleite de los galos. Francia está para cualquier cosa con él así.