Un viaje relámpago desde la Concha a Madrid
Aviso: voy a hablar de Álvaro Odriozola, pero sólo puedo decir cosas positivas del ya ex lateral de la Real Sociedad y nuevo jugador del Real Madrid. Primero hablaré de su marcha. Entiendo que pueda haber aficionados en San Sebastián a los que les moleste que Jokin Aperribay haya negociado con Florentino Pérez en vez de plantarse pidiendo la cláusula de rescisión. Pero desde que renovó hace justo un año, después de firmar por la agencia de representación Best of You, todos sabíamos que esto iba a llegar. Ya esa renovación me pareció muy meritoria, y una especie de último servicio a la Real, porque le permitía ganar tiempo al club txuri-urdin y de paso poder ganar más dinero en el futuro. Así ha sido.
Pero ese contexto también le hacía perder posición de fuerza a Aperribay, obligado ya a negociar. Y aún así, lograr sacar 35 millones (solo cinco menos de los 40 de su cláusula, a los que se puede llegar con el porcentaje negociado de un futuro traspaso) me parece un gran negocio para la Real. Más si tenemos en cuenta que en ese puesto, el lateral derecho, está más que cubierto con Joseba Zaldua y Aritz Elustondo, más los ‘potrillos’ Andoni Gorosabel y Alex Sola.
Dicho esto, no quiero pasar por alto qué tipo de persona ficha el Real Madrid. Porque Odriozola es un gran lateral, con mucho presente y más futuro. Pero sobre todo es un gran tipo, con la cabeza muy bien amueblada, y un entorno de lo más sano, con sus padres Amaia y Pedro; su tía Nekane Arzallus (presidenta del Delteco GBC de ACB) y sus primos, destacando Nora Azurmendi, jugadora de balonmano en el Bera Bera. Entre todos consiguen que Álvaro tenga los pies bien en el suelo, algo harto complicado en su caso, porque su carrera ha ido a la carrera, a un ritmo frenético, hasta el punto de que hace dos veranos pertenecía al Sanse (el filial de la Real) en Segunda B y ni había debutado en Primera. Ahora es internacional absoluto y mundialista.
Les contaré una anécdota que explica bien lo que les digo de Álvaro y su familia. Mi mejor amigo, Santi, aficionado acérrimo del Real Madrid, tiene un hijo, Oier, que con cuatro años es madridista hasta la médula, de esos que va siempre con su camiseta blanca. Un día acudió a la Bernardina, el local que regenta la madre de Odriozola, a la que llamó la atención el hijo de mi amigo porque decía le recordaba a Álvaro de pequeño. Así que entablaron una conversación que terminó con una promesa: “Si va al Mundial, te invito a que vuelvas a conocer a mi hijo y os sacáis unas fotos con él”. Lopetegui convocó a Odriozola para Rusia. Y la madre de Álvaro no dudó en llamar a mi amigo para invitarle a conocer al ya jugador del Madrid. Mi amigo, alucinado por una promesa cumplida que no era necesaria porque no se conocían de nada, acudió con sus dos hijos, Oier y Paula; y Odriozola, avisado por su madre, que le había contado todo, les recibió con los brazos abiertos, les cogió, les abrazó, se sacó fotos con los niños, les firmó autógrafos y pasó un buen rato con ellos.
Así es la familia Odriozola Arzallus. Esto es lo que ficha Florentino. Un chaval joven, pero muy maduro, y al que su entorno le va a permitir, sin duda, triunfar por la banda del Santiago Bernabéu. No tengáis ninguna duda. Porque Álvaro nunca olvidará sus orígenes. Y eso es clave. Saber de dónde vienes. Ficha por el Real Madrid, pero es y será de la Real Sociedad. Por favor, no digan otra cosa. Su abuela no os lo perdonaría nunca. Todo comenzó con su colegio Aldapeta en la arena de la playa de la Concha, donde se aprende a jugar a fútbol en San Sebastián. Álvaro, por favor, no cambies, no permitas que te cambien.