El último escalón
Tango. "Hace tiempo que me vengo derrumbando, paso a paso, escalón por escalón", dice el tango de Florindo Sassone. ¿Quién puede sorprenderse del triste papel de los argentinos? Recordemos que llegaron al Mundial tras un vía crucis angustioso, que cambiaron tres veces de entrenador y que sólo consiguieron la plaza en su última oportunidad, en Ecuador. Por los pelos y con un Messi milagroso. Como en este Mundial Messi no está, aunque se alinea, la Albiceleste está dando su medida normal en los últimos tiempos. La que mostraron hace menos de tres meses en Madrid, cuando perdieron 6-1 frente a España. De modo que no entiendo el alboroto. Que Croacia les ganara es de lo más lógico. Los milagros se pueden esperar pero no se pueden exigir.
Emoción. Todos los favoritos están sufriendo. Hay gran emoción en cada partido porque las diferencias han menguado. Los modestos han progresado técnica y tácticamente, y la altísima preparación física de todos ha igualado las fuerzas. Los mejores siguen siendo mejores pero no muchísimo mejores. Y las grandes estrellas ya no están tan lejos. Destacan a fogonazos, cuando destacan.
Cuento de hadas. Por el momento, la organización es un cuento de hadas. Los campos, siempre llenos. El ambiente, festivo. La deportividad, en el campo y en las gradas, modélica. Con algunos ejemplos asombrosos: los hinchas de Japón y Senegal recogieron su basura al final de sus partidos. Respeto a los árbitros, casi absoluto. Ningún incidente en las calles. Los temibles hooligans rusos de la Fratria --más bien bandas paramilitares-- no han aparecido. Ignoro qué ha hecho con ellos el gobierno de Putin, o a dónde los ha mandado, pero todas las ciudades sede parecen Disneylandia. Por ahora. Y lo más importante: ¿cómo se han logrado amordazar las voces discrepantes, y las graves denuncias sociales que confiaban en el altavoz del Mundial? ¿Lo sabemos? ¿Lo sabremos?