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España 3-Cristiano 3

Partidazo. Era el partido estrella del arranque del Mundial de Rusia y no nos decepcionó en absoluto. Cualquier aficionado al fútbol del mundo, aunque no sea español o portugués, disfrutó de lo lindo con un espectáculo que sólo está a la altura de dos equipos capacitados para volver a enfrentarse en la final del 15 de julio en Moscú. Fue una maravilla ver el duelo entre una selección con un talento descomunal, España, y un jugador que está por encima de cualquier valoración razonable, Cristiano. Fue España contra Cristiano. Y los dos estuvieron a un nivel sobresaliente. Cada estocada del portugués (penalti provocado y transformado en el minuto 4 y gol lejano aprovechando los nervios de De Gea) fueron respondidos por la tropa de Hierro con un orgullo que nos puso la piel de gallina en las preciosas gradas del coqueto estadio de Sochi. Pero cuando te enfrentas a Cristiano, el mejor jugador del mundo que pisa hoy en la Tierra, no puedes cantar victoria hasta el último segundo. Él mismo se fabrica una falta al borde del área y la clava por la escuadra con una sutileza sólo al alcance de los elegidos. Por eso tampoco hay que reprocharse nada. Nuestra España sobrevivió a una actuación colosal de Cristiano. Y eso es mucho. Demos por bueno el puntito porque al final puede ser un puntazo.

Efecto Costa. Me encanta que los jugadores que defienden con orgullo la camiseta de La Roja sobrevivan a los debates respondiendo en el campo. Diego Costa era la única pieza del proyecto elaborado y trabajado durante dos años por Lopetegui que parecía chirriar para mucha gente. En mi vuelo desde Madrid hasta Sochi y en las tertulias improvisadas en los restaurantes cercanos al estadio muchos aficionados me abrumaron con la misma cuestión: “Roncero, tenemos un equipazo pero ahora mismo Iago Aspas está mejor que Diego Costa...”. Al killer de Lagarto le debió llegar el eco de esta duda del pueblo, lo gestionó con la fuerza mental de los grandes y replicó con una actuación colosal. Se sacó de la chistera un gol que de crío le vi muchas veces a Gerd Torpedo Müller. Su doble amago y tiro raso pegado al palo de Rui Patricio fue una explosión de talento y de orgullo. Los 5.000 españoles que estábamos en la grada nos levantamos enardecidos y convencidos de que ese gol nos daría la vida. En la segunda parte y con el 2-1 que nos dejó en el descanso plomeados volvió a irrumpir el ogro hispano-brasileño para meter un gol de nueve puro. Todavía tuvo alguna acción para firmar un hat-trick que le habría encumbrado definitivamente. Este sí es el Diego Costa que se merece lucir el ‘9’ de España.

Nacho, MVP. Siempre está aunque por desgracia no siempre le esperan. No hace falta llamarle cuando hay una urgencia porque su teléfono siempre está descolgado para apagar los fuegos que le toca siempre afrontar. Le da igual hacer de Jordi Alba, Ramos, de Pique o de Carvajal. Le pongas donde le pongas, su nota no baja de 8,5. Nacho es el multiusos soñado por cualquier seleccionador. En el penalti, para mí el árbitro estuvo muy riguroso y no mereció el máximo castigo. Pero por si había alguna duda con su rendimiento, a partir de ahí se marcó el canterano madridista un partidazo que quedará en la memoria. No sólo estuvo soberbio tapando su banda sino que en ataque se vino arriba hasta encumbrarse con un golazo antológico que nos hizo gritar a todos en voz muy alta: “¡España, España, España!”.