Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

El debate moral de los pilotos precoces

Consternación absoluta con el fallecimiento de Andreas Pérez. No hay calificativos para una tragedia como la muerte de un piloto de sólo 14 años. Un niño compitiendo en un deporte de hombres, con el riesgo inherente a la velocidad y el debate moral sobre la conveniencia de tanta precocidad en el motociclismo (un planteamiento igualmente aplicable a las carreras de coches).

Son comprensibles las voces de repulsa o de estupor, si estos accidentes resultan siempre deplorables, en casos como el de Andreas la tristeza y el dolor nos dejan sin argumentos. Especialmente a los que amamos la moto, porque nos lleva a plantearnos si todo esto tiene sentido. Yo al menos no lo puedo evitar, cada foto que veo del chaval me obliga a pensar por qué y para qué… La cuestión, como digo, se reduce a una decisión personal mientras que la legislación no quiera afrontarla de otro modo.

Son los chicos y sus padres quienes asumen el peligro de una actividad en la que es inherente, no hay carreras sin caídas, sin lesiones, sin dolor. En España vestimos de normalidad lo que quizá en otros países se vea de forma muy diferente, aquí una larga tradición propicia que niños con tres o cuatro años empiecen a competir. Sólo así podrán ser campeones del mundo cuando cumplan los 16, éxitos de los que todos nos congratulamos sin muchas más reflexiones.

Hay familias que optan por perseguir un sueño, lo complicado es saber en qué proporción influye la pasión de los progenitores y en cuánta la de los hijos. Partiendo de esta responsabilidad individual, lo que ya no acierto a adivinar es si en algún momento se hará necesaria la intervención de los legisladores para establecer ciertos límites. La libertad personal frente a la tutela colectiva, el eterno dilema. No seré yo quien esté capacitado para inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Como tampoco niego que el asunto quizá requiera de una reflexión más profunda.