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Ante la repentina espantada de Zidane

Feliz como estaba el Madrid con la tredécima, que ha metido al barcelonismo en la discusión de si merece la pena ir a por todos los títulos nacionales o si es mejor ahorrar esfuerzos para la Champions, de repente Zidane pega la espantada. Convocó a la prensa para decir que se va. A su lado estaba Florentino, con aire un tanto atónito. Ahora tendrá que decidir entre alguna de las posibilidades que ya venía manejando ‘por si...’ . Por si acaso Zidane no ganaba nada. Sólo que ocurre que ha ganado la Champions, la tercera en dos años y medio. Es un momento ideal para salir del Madrid, en todo lo alto, sin nada que arriesgar.

Y tiene el patio más que revuelto. Cristiano está enfrentado con Florentino, Bale está enfrentado con él y protegido por Florentino y a ello se suma la percepción de que el equipo ha llegado a la orilla a punto de ahogarse. Este Madrid es un equipo con años, que pinchó en LaLiga y en la Copa y ha ganado la Champions por empaque y galones, pero sufriendo en demasiados partidos. En su día, Florentino salió corriendo porque no sabía qué hacer con la primera generación de Galácticos. Ahora Zidane se encontraba en la misma situación y aplica, como Florentino en su día, la máxima napoleónica de que una retirada a tiempo es una victoria.

Me gustó, eso sí, la serenidad de la escena de despedida. Tampoco me sorprendió más de la cuenta. En este ejemplar recogemos, de forma que algunos considerarán presuntuosa, informaciones de meses atrás que apuntaban a esto. Florentino difícilmente aguanta a un entrenador, y más difícilmente aún se lo calla. Larga mucho en el palco (por el que han desfilado tantos precarcelarios, dicho sea de paso) y lo que ahí dice es comidilla ‘en el gran Madrid’. Y el eco, claro, llega al entrenador de turno, que aguanta hasta donde aguanta. En fin, que Zidane se va con dos orejas y rabo, y el que venga después que mejore lo que deja.