El “normal”, como se bautizó Jürgen Klopp en su presentación, ha repetido docenas de veces en las últimas dos semanas que este partido es como cualquier otro, que hay que hacer lo de siempre. No está escondiendo el respeto que impone una final contra el Madrid, ni las dudas que seguramente le surgen por tener un récord negativo en las finales. Está hablando a un grupo que conoce perfectamente y en el cual sólo un futbolista ha estado en una final de la Champions, por 17 del Madrid. No les quiere presionar más de lo necesario. De lo que pase en esta final no depende la continuidad del proyecto o el futuro de sus estrellas. O eso cree Klopp.

Así que, como dijo ayer, salgan, disfruten, chuten, centren... Hagan lo que vienen haciendo. Cualquier otro mensaje le devolvía a la final contra el Sevilla, donde el Liverpool tenía mucho que perder: su presencia en la Champions a través de la Europa League. Klopp vio a un grupo encogido, sobre todo cuando la cosas se torcieron. Ahí descubrió que sus chicos no tenían la fortaleza mental suficiente para detener una dinámica negativa. Así que ha pensado: “Mejor que sólo sea otro partido”. El problema es que es la final y sólo los más fuertes levantan la Champions. A ver de qué están hechos los suyos.