La "penicilina" curó al Espanyol
El último día de curso siempre se recuerda como una jornada festiva, con el colegio ya en el retrovisor y las vacaciones por delante. Ya no habrá madrugones, ni clases aburridas ni presión por las notas… Solo sol, playa, montaña y, por ejemplo, un balón. Es bueno que el Espanyol recuerde ese último día de curso en San Mamés con un sabor dulce, lo que le da esa victoria, los 49 puntos y la sensación que el mal que se adueñó en la segunda temporada de Quique Sánchez Flores se haya evaporado muy rápido, como si la entidad se hubiese tomado una medicina milagrosa, quizás la penicilina de la que hablaba Gallego en la previa. El equipo perico ha pasado en cinco jornadas de ser el peor de la era Cornellà-El Prat a acabar siendo el segundo mejor. Unos datos que demuestran la poca eficiencia de este periodo, pero también el cambio radical que ha dado al equipo y la oportunidad perdida en una temporada en la que los pericos estaban para mucho más.
El pasado reciente es tormentoso y así se aventura el futuro inmediato con las ventas de Aarón o Gerard, y la enésima reconversión de una plantilla falta de estabilidad deportiva. Pero es mejor recuperar la ilusión porque el Espanyol es candidato siempre a rebelarse ante las desgracias. La temporada que viene puede y debe ser mejor que la actual, y sí algo nos ha dejado claro estos dos primeros años de la era Chen es que a veces menos es más o más no es sinónimo de mejor. Es bueno pensar que, aunque hayas aprobado el curso gracias al sprint final y estudiante la noche antes, el curso próximo podrás alcanzar el notable.