El Clásico de las paradojas
Fortalecidos. Resultó un Clásico contradictorio y feliz de alguna forma para ambos. Barcelona y Madrid salieron reforzados desde diferentes puntos de vista. Uno puso a salvo su imbatibilidad liguera y no cedió con diez jugadores; el otro mandó señales muy positivas de cara a Kiev, mejor con balón y en la presión.
Capitanes. Zidane volvió a la idea original y rescató a la bbC. Sorprendentemente no perdió el equilibrio. Bale siguió hasta el final a Jordi Alba. Sin embargo, la grata noticia para el Madrid fue el liderazgo de Kroos y Modric. Se adueñaron de la escena y abanicaron la pelota de un lado al otro (147 pases).
Presión fallida. El Barça no se encontró en el primer tiempo. Quiso apretar la salida del Madrid, pero los de Zidane siempre hallaron el remedio. Apoyos en corto y cercanos de inicio y salida media para Benzema, que defendió su resurgir (sólo un pase errado). Lo del Bayern puede ser algo más que pequeños brotes verdes.
Confusión blanca. La expulsión de Sergi Roberto alisaba la noche del Madrid, pero la circunstancia le aturdió. El Barça reculó y las posesiones blancas carecían de profundidad y ritmo hasta que una pérdida posibilitaba la contra local. Bale llegó donde lo suele hacer Cristiano, en el que tanto pensó el Madrid. El Clásico sirvió a Barça y Madrid, un hecho inusual.
Triángulos activos
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Casemiro, Kroos y Modric combinaron con fluidez al estar las líneas de pase abiertas. Benzema y Cristiano, lo que duró en el partido, también participaron en estas asociaciones.
Con sentido
Le faltaban alturas al Madrid tras el descanso. Asensio se ofreció a Kroos en el sitio que debía en el golazo de Bale. Buen movimiento de arrastre de Benzema.
