La presión distorsionada
El Real Madrid comparece en el Camp Nou con la urgencia de recuperar los valores futbolísticos que tan bien le hicieron el curso pasado. La presión es uno de ellos.

La regresión. El Clásico aparece en el camino del Madrid después de la estresante eliminatoria con el Bayern. Es difícil de explicar su presencia en Kiev más allá de una estoica resistencia. Su sistema de presión fue una de las aristas del juego que le falló todo el rato. No tuvo rigor ni simetría en los movimientos. El Bayern se escalonó con acierto y con simples pases verticales recorría todo el campo de punta a punta. Kovacic y Kroos saltaban sobre Thiago, a veces los dos al mismo tiempo, y James o Tolisso se intercalaban entre líneas. Circulación efectiva y superioridad continua de los de Heynckes que les permitía comparecer en el área blanca con una facilidad asombrosa. La aplicación errónea del principio de presión descompensó al Madrid, aunque justo el 2-1 de Benzema se generó por importunar la salida del Bayern. Paradojas del fútbol. Zidane debe recuperar el empuje agresivo que tan bien le hizo la temporada pasada. Lo necesita ante el Barcelona y también contra las balas ofensivas del Liverpool (Salah, Firmino y Mané).
La doble salida de Valverde. La impecable construcción del título liguero del Barcelona, emborronada en Europa, se establece en una mejoría estructural en todos los sentidos. Con Valverde y el 4-4-2 recuperó cierta elementalidad en el juego y depuró su salida de balón pudiendo jugar en corto o en largo. En el Bernabéu mostró esa mutabilidad. Se vio abrumado por la presión alta bien planteada del Madrid en el primer tiempo, pero no tuvo problema en buscar por alto a Paulinho o Luis Suárez. El Barça volteó el escenario en el segundo tiempo. Casi todo pasó por Busquets, los triángulos se avivaron, logró alargar las posesiones y halló en el desplazamiento de la banda al centro una forma de expresión. El diagrama de pases de aquel día plasma esta idea. Del lateral al medio. Sergi Roberto dio 15 pases a Rakitic y 11 a Paulinho; Jordi Alba sumó 13 entregas para Busquets e Iniesta. Al Madrid le duró una parte su capacidad para apretar en terreno azulgrana y se perdió después en el Clásico y definitivamente en LaLiga.
Sobre los generadores. El Barcelona es uno u otro en función de la facilidad que tengan Busquets o Rakitic de recibir de cara. El desastre de Roma se puede argumentar desde diferentes perspectivas, pero una de las cuestiones más evidentes se advirtió en la energía de Strootman o De Rossi para impedir que los dos centrocampistas azulgranas tuvieran un panorama de visión asequible. Desconectados ambos (17 pérdidas de Rakitic), el Barça se vio ahogado y sin posibilidades claras de avance. Cuando el Madrid defiende en bloque alto, Zidane siempre ordena que los interiores (Modric y Kroos) apuren a los mediocentros rivales. Casemiro agobia en segunda fila. Con el Barça se le presenta el inconveniente de tener que medir también a Coutinho e Iniesta. Asensio equilibrará el lado izquierdo, pero si le toca a Modric hacer un trabajo similar en el otro costado aparecerán los trastornos como le sucedió ante el Bayern. Messi podría emerger a la espalda de Casemiro en el momento que éste salte. Una encrucijada delicada para Zidane.
La decisión de la zaga. El inseguro modelo de presión del Madrid también pasará la prueba de cercar los desmarques en apoyo y en ruptura de Luis Suárez y las apariciones de Messi, que arrastran a los centrales. Nacho, Varane y Sergio Ramos están acostumbrados a invadir zonas impropias de un defensa. Sin embargo, su arrojo en la toma de decisiones pueden descompensar aún más a su equipo. Ramos, por ejemplo, intentó arreglar la distancia entre líneas contra el Bayern adoptando una postura arriesgada. Producto de la desesperación, salía a franjas intermedias a cortar el pase en lugar de seguir con su marca. El Bayern perdonó varias de estas situaciones pese a contar con una ventaja notable. La relación entre jugadores del Barcelona, muy lúcida en la final de Copa ante el Sevilla, reclamará resoluciones acertadas de los centrales blancos y una adecuada transición defensiva de los centrocampistas. El falso repliegue ya terminó de desarmar al Madrid en el duelo de diciembre. Se desmoronó su presión y su balance, indispensables hoy y en Kiev.
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Bloque alto. Vigilan a Busquets. Kroos fija al mediocentro del Bacelona para que no reciba en esta jugada, aunque fue Kovacic el que le persiguió todo el primer tiempo. Buen ajuste defensivo del Real Madrid. Los centrales, laterales, Rakitic e Iniesta, vigilados. Ter Stegen se ve obligado a enviar en largo.
Escalones del rival. Mal posicionamiento. Una escena casi constante en el Madrid-Bayern. Los bávaros se estiran con cuatro alturas distintas (Hummels, Thiago, James y Tolisso) y los de Zidane están mal colocados y desajustados. Kroos da un paso adelante y se olvida de James. Kovacic, desubicado. El Bayern sale muy fácil.





