Breitner conoció un sabio: Bernabéu

Nuestro corresponsal en Alemania, un bávaro berrendo en bético llamado José Carlos y apellidado Menzel, nos trajo ayer a Breitner de visita a As. Su palabra nos ilustró. Contó cómo el Bayern se inspiró en el Madrid de Bernabéu (“único hombre sabio que he conocido”), cómo a su regreso describió a Höeness aquel modelo vanguardista. Recordó que el Madrid tenía seis médicos y una relación preferente con un banco. Explicó que todo futbolista del Madrid tenía a su alrededor un sistema, entonces desconocido, para resolverle cualquier problema extrafutbolístico, desde las inversiones hasta el cambio de colegio de los hijos.

De aquella idea de ‘la familia madridista’ (“Me retiraré cuando Don Santiago me lo diga”) surgió este modelo de Bayern, tutelado por sus antiguos jugadores. Hay algo de aquel viejo Madrid en el Bayern de hoy: ese abrazo a la raíz, del que el Madrid de hoy huye en busca de universalidad. El Bayern sigue siendo de los muniqueses, de los bávaros, de los alemanes. El Madrid es ahora de todo el mundo, no hay que quejarse de ello. El otro día me reprochaba un taxista marroquí nuestra mirada egoísta sobre el Madrid y el Barça: “Ya no son de ustedes, son de toda la Humanidad”. Tenía razón. Cuando viajo por ahí fuera lo noto.

Ahora Madrid y Bayern chocan otra vez. Son los dos grandes de Europa. La casualidad ha impedido que se enfrenten en una final, pero han topado en doce ediciones de la Copa de Europa-Champions. Ahora el Madrid trae ventaja, pero, por lo que Breitner nos cuenta, sin arrogancia, los bávaros no se dan por vencidos y le creo. Me impone la fiabilidad de todo lo alemán, sea una lavadora, un coche o un equipo de fútbol, sobre todo si es la ‘Mannschaft’ o el Bayern. Pero también me gusta saber que el gran equipo bávaro se inspiró en los principios sobre los que edificó su obra Bernabéu, el único hombre sabio que conoció Paul Breitner.