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El Madrid tira del Houdini que lleva dentro

El Real Madrid ha retomado la figura del gran Houdini, el célebre escapista que siempre encontraba la manera de salir de las situaciones imposibles. Y ésta amenazaba con convertirle la temporada en un infierno. A un milímetro de la prórroga, conmocionado el Bernabéu por el 0-3 que igualaba la eliminatoria, los tres cambios efectuados y la evidente sensación de que la prórroga no le favorecía, Cristiano transformó un penalti que existió, pero que pasará a la galería de las jugadas míticas y controvertidas de la Liga de Campeones. Era el último minuto del partido y los jugadores de la Juve consideraron que la falta de Benatia no merecía un castigo de proporciones bíblicas. Su improbable sueño (remontar en el Bernabéu los tres goles que recibió en Turín) estaba tan cerca de concretarse que la bronca al árbitro tuvo una especie de carácter moral. Confundieron la justicia (la falta de Benatia) con la ética: pensaban que merecían pasar la eliminatoria.

Zidane fue muy preciso en el diagnóstico final. “Tuvimos oportunidades, pero jugamos mal”, declaró tras el partido. Resumió con pocas palabras un partido que manifestó lo peor del equipo esta temporada, desde el descontrol a la falta de trazo colectivo. Ocurrían muchas cosas (buenas, malas y lamentables) pero no se sabía por qué sucedían. La Juve, en cambio, sí tuvo método. Presionó con insistencia y buscó las situaciones que le favorecían, casi todas diseñadas antes del partido, o eso pareció. La orden fue buscar al felino Douglas Costa en la derecha y generar un mano a mano de 90 minutos con Marcelo. Si el asunto funcionaba, y vaya que sí funcionó, el gigante Mandzukic esperaba el centro en el segundo palo, donde el otro duelo era estrictamente físico. Mandzukic, un tallo de 1,91, se medía con Carvajal, un fabuloso pero pequeño lateral.

Douglas Costa superó a Marcelo en el primer duelo particular y Mandzukic se impuso a Carvajal en el salto que significó el temprano primer gol. A partir de ahí, el Madrid jugó un partido con fórceps. Todo le costó una enormidad: defenderse, jugar y atacar. La defensa sufrió y nunca dio impresión de autoridad. El medio campo no lograba contener la vitalidad de los italianos. En la delantera, Cristiano y Bale no se comunicaron nunca. Cristiano quería sitio para moverse. Bale no se lo concedía. Toda la vida ha querido jugar como delantero en punta (su obsesión es el gol), pero no conoce, ni de lejos, los secretos del puesto. Presentó rápidamente su candidatura a la sustitución y Zidane lo detectó con rapidez: Asensio ingresó tras el descanso, con el inquietante 0-2 en el marcador.

El cambio de Casemiro por Lucas Vázquez tuvo más miga, primero por una cierta prudencia. Desde el minuto 46, el Madrid se quedaba con una sola posibilidad de cambio, y el partido amenaza largo, posiblemente con prórroga. Vallejo, sometido a la prueba más importante de su corta carrera en el Real Madrid, apenas ha jugado esta temporada y sus fibras han sido frágiles. Sólo Casemiro tenía recursos de central en caso de apuro. El estado físico de Modric tampoco invitaba al optimismo. Kovacic le sustituyó cuando faltaba un buen trecho de partido. Allegri se guardó los cambios y pensó en la prórroga. Podía sustituir a dos jugadores.

Aunque el Madrid mejoró en la segunda parte, nunca fue suficientemente sólido. Hizo, sin embargo, algo que le caracteriza y que le funciona mejor que a ningún otro equipo del mundo. Es temible cuando parece que se descose. Convierte la debilidad en un arma nuclear. Se desconecta del juego, pero se afila ante el gol. Se las arregló para llegar varias veces al área en los últimos 10 minutos y para ganar el partido en el último. ¿Cómo? Con un discutido penalti y una ingenuidad impensable en el más italiano de todos los equipos.

Nadie entendió en el Bernabéu que Isco tuviera todo el tiempo del mundo para preparar el centro desde la izquierda y que el área estuviera casi despoblada: dos contra dos, Cristiano con Alex Sandro y Lucas Vázquez con Benatia. Cristiano le hizo un mandzukic a Alex Sandro y Lucas Vázquez le hizo un cristiano al central. Chiellini no estaba donde se le necesitaba. Ahí le salió al Real Madrid el Houdini que lleva dentro desde el principio de los tiempos.