Sintonía ante el peligro
Justo antes de que el Leganés amenazara en serio al Barça, Ernesto Valverde miró a los lados y se vio en sus ojos de hurón del fútbol que había olido el peligro. Los goles de Messi parecían haber avalado una victoria fácil. Pero..., el Leganés es mucho. Se impuso entonces acelerar dos cambios de superior calado, los de Iniesta y Jordi Alba.
El Barça sufrió durante demasiado tiempo un exceso de confianza, que es también un déficit de atención. Y con demasiada frecuencia dejó desguarnecida la retaguardia que se prolonga hasta Ter Stegen. Y por esa vía que advirtió el entrenador se produjo en seguida el descalabro: un balón rozó en la defensa, despistó al portero alemán y ya el Barça tuvo que bajarse a la cancha desde las nubes donde había sido depositado por los dos goles de Messi.
Y tuvo que ser Messi de nuevo, tras una especie de pájara en la que participó también la cara cariacontecida de Valverde. Fue una jugada de todos, de todos, la que desajustó al Leganés, que siguió confiando en el tú a tú, y Messi volvió a ser tratado de usted en el área y en el marcador. El gol parecía un bálsamo, como si tardara en llegar.
Messi se afianza en la parte alta de la historia de los pichichi. Y el Barça se aproxima al dichoso pasillo. Ojalá éste tarde en llegar tan solo para que no se convierta, otra vez, en una maldita polémica.