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Un gol de Koke, otro de Griezmann...

Un gol de Koke, otro gol de Griezmann, 2-0 y optimismo para el partido de Lisboa. En eso se resume el choque del Wanda Metropolitano, una especie de partida de ajedrez. Algo une a los dos entrenadores: aspiran a que su equipo no se equivoque y a penalizar los errores del contrario. Ese es el librillo de Simeone y también el de Jorge Jesús, que está haciendo un carrerón en Portugal. Para su desgracia, nada más empezar el partido Coates hizo un agujero tremendo que Koke convirtió en el 1-0. Luego, Mathieu hizo otro, del que Griezmann sacó el 2-0. Y gracias. Diego Costa desperdició el tercer fallo, perdió el gol decisivo.

Es una manera de estar en el fútbol, que a veces funciona. Algún amigo atlético me dice que Simeone tiene el récord mundial de buenos resultados jugando mal. Le consuelo diciendo que he visto atletis peores que sufrían resultados desastrosos, y que este, que no enamora, conquista. Son muchos los partidos en los que no encaja gol, y por ahí se empieza, según prescriben algunos manuales. Oblak es un seguro, hace en cada partido esa parada decisiva que marca la dirección del partido. En el Wanda la hizo, ya en el descuento, con la suerte añadida de que el balón que quedó suelto lo mandó Montero a las nubes. Ver cerca a Oblak le cegó.

Pero sería injusto pensar que la eliminatoria estuvo ahí. Más claro fue el gol que falló mucho antes Diego Costa. En el duelo de fiabilidades en el que transitó este partido el Atlético fue mucho más seguro que el Sporting, lo que no es de extrañar, visto que en la defensa portuguesa hay jugadores que pasaron por aquí sin dejar gran impronta, digámoslo así por utilizar un término cortés. En fin, que el choque supo a poco, visto lo que hemos visto estos días en la Champions, pero al Atleti le acerca un paso más (o una zancada) a su objetivo de hacerse otra vez con esta copa, que llegados a estas alturas es mucho más que un trofeo de consolación.