Creo en Adán y en Dani Giménez
A propósito de la intervención quirúrgica del bético Antonio Adán oigo palabras como “pulso”, “presión” o “chantaje” y no concibo que tales maledicencias hayan sido alentadas desde el propio Betis. No podría ser que desde una entidad que se supone honorable se hubiera propiciado este ataque injusto y furibundo, contra un trabajador además que durante más de cuatro años ha mostrado siempre la valía, el compromiso y la profesionalidad del portero madrileño.
Prefiero pensar que la campañita es, simplemente, otro adefesio más en el museo de los horrores de aquellos que durante los últimos tiempos han defendido a Maíto, a Bosch, a Guillén, a Braian, a Velázquez, a Garrido, a Macià, a Torrecilla, a Chuti Molina, a Lolo Reyes, a Braian Rodríguez, al Huachipato entero si hubiera hecho falta; de aquellos que calificaron de 'ultramoderno' al Betis de los 25 puntos; de los que pregonaron que no se podía opinar ¡de Tarek! sin ser director deportivo o que había que darle más oportunidades a Rafael van der Vaart; o de los mismos que aseveraron, aquel añito ominoso del descenso, que con el argentino Sara y el danés Andersen la portería verdiblanca estaba muy pero que muy bien cubierta...
Y muchas más barrabasadas que me dejo en el tintero. Después de esta serie de bromas pesadas que harían llorar al mismísimo Charlot, permítanme que yo me fíe mucho más de Adán y de sus razones para operarse. Creo en Adán y también, por qué no, en Dani Giménez. Y no porque haya visto jugar mucho al portero gallego, que por cierto nunca levantó la voz para quejarse durante su convivencia bajo los palos con el de Mejorada. Simplemente, no me cabría en la cabeza que un club que este año manejará más de 100 millones, cien, de presupuesto no tuviera en el banquillo a otro guardameta de totales garantías.
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