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Piqué se salta las normas no escritas del fútbol con una facilidad pasmosa. Frases del estilo "No hay rival pequeño" o "El objetivo es ganar" -con las que habitualmente nos deleitan los futbolistas- se las pasa él por el arco del triunfo. Cuando Piqué habla, sube el pan. Siempre. Hay quien le aguarda de uñas para reprocharle todo lo que diga, aunque reclamase la paz en el mundo o criticase la hambruna del África negra; por el contrario, hay también un ejército de súbditos preparados para aplaudirle diga lo que diga, sobre todo si, como muchas veces, habla de política y esas ideas del catalán conjugan con las de uno mismo. No se puede estar a favor de unas cosas y no de otras con Piqué. Es blanco o negro. Es todo o nada.

La realidad es que Piqué se ha equivocado tantas veces como ha estado brillante en otras. Les pasa a todos. Nos pasa a todos, en realidad. Lo que es incuestionable es su franqueza y su personalidad cuando se pone delante de un micrófono. Por eso -seguramente harto de que algunas de las cosas que dice se lleven al extremo por parte del medio que las publica- creó esa plataforma llamada The Players Tribune en la que habla de lo que quiere y como quiere, al igual que otras estrellas que difícilmente serían entrevistables por un periodista. Piqué ha hecho lo que ningún otro futbolista imaginó antes: crear su propio medio.

En dicha tribuna, Piqué cuenta ahora que los jugadores del Madrid y los del Barça tienen un grupo de whatsapp en común, que hablan de fútbol y de tácticas entre ellos, que se vacilan los unos a los otros por la clasificación en la liga y que se envían fotos y emoticonos como hace cualquier veinteañero de este planeta. Una noticia que ningún medio habría dado jamás y que gracias a Piqué conocemos. Aún así, se le criticará también por ello. Seguro. Es el sino de Piqué, que con su irritante sinceridad convierte, para algunos, en ídolos a aquellos jugadores que ante un micrófono no pasan de "El fútbol es así". Una verdadera lástima.