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OPINIÓN

Si te gustan las carreras, paga por verlas

Al inicio de cada temporada de Fórmula 1 y MotoGP surgen conatos de incendio con la polémica sobre el pago por visión de estos campeonatos.

Desde que las redes sociales parecen marcar el pulso de la actualidad, al inicio de cada temporada de Fórmula 1 y MotoGP surgen conatos de incendio con la polémica sobre el pago por visión de estos campeonatos. Lo reconozco: soy de los que me gustaría no gastar un duro por ver las carreras en la tele. También me encantaría tomarme las cañas de cerveza gratis, no pagar por un billete de avión o acabar de repostar gasolina simplemente saludando con el pulgar hacia arriba al simpático operario de la caja.

Algo que no es posible y desde luego no me planteo. Porque casi todo cuesta, casi todos nos ganamos la vida con un trabajo remunerado. Muchos están convencidos, sin embargo, de que el espectáculo del deporte surge por generación espontánea y se mantiene del aire, como también lo piensan del cine, la música, la literatura, la prensa… ‘Yo pirateo y los que se curran esto que se busquen la vida’, deben justificarse a sí mismos.

Tampoco faltan los que juran que pagarían los 10 euros al mes que cobra Movistar pero que no están dispuestos a cambiar de operador de telefonía sólo (¿sólo?) por disfrutar de lo que dicen es su pasión. Obvian en su argumentación que el pasado año además de Telefónica, las carreras se podían contratar en Vodafone, es decir, en las dos empresas hegemónicas en España. La legislación obliga al propietario de los derechos a cederlos a su competencia, una posibilidad a la que se acogió la segunda en 2017 y a la que ha renunciado porque no sabían en qué invertir tanto dinero como estaban ganando con el negocio (léase en tono irónico).

Vamos, que ni por ésas… La realidad es que a buena parte de la mejor afición del mundo le cuesta rascarse el bolsillo, es más fácil quejarse porque Papá Estado no dedica los impuestos de todos al entretenimiento de unos cuantos (qué más da que no haya dinero para la salud o las pensiones); sirve igualmente atacar a las televisiones privadas por no ser una ONG que pierda dinero con las transmisiones porque la inversión publicitaria  ni siquiera cubre el coste los derechos (aunque los anuncios también nos molestaban).

No faltan los que tienen la solución a todos los males: que los promotores cobren menos a las teles por emitir la Fórmula 1 o las motos. ¿Cómo no se le había ocurrido antes a nadie?  Eso sí, entonces serán pilotos y equipos los que tengan que apañárselas para seguir adelante, muchos de ellos quizá desaparecer, porque una gran parte de la recaudación de esos derechos revierte directamente en sus presupuestos. Cualquier genialidad es válida antes de admitir que cada uno deber pagarse sus vicios…