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El jugador cantante y retrechero

En la novela Sentimentales de Manuel Longares hay un párrafo que remite al ritmo que ensayó Ben Yedder una vez alcanzada su hazaña de poner de morros a Mourinho. Dice el extraordiordinario novelista que algunos de sus personajes, todos ellos músicos, cantaban hasta la locura el fragmento más retrechero del himno de la Infantería española, ese que dice: “Y por verte temida y honrada contentos tus hijos irán a la muerte”. Este himno sevillista, con su arrebato, tiene aires de marcha, una especie de grito patriótico dicho por gente de pie, marchando por los caminos de Sevilla hacia el Sánchez Pizjuán. Ya lo cantan allí los niños de teta, y los extranjeros, como este sevillista honrado que batió por dos veces a una leyenda, lo cantan y lo memorizan con un entusiasmo pegadizo. Que Ben Yedder se lanzara a explorar con su voz el alma sevillista no es flor de este día glorioso para él; en su cuenta de Twitter él hace honra del “arma” de Sevilla, y en ese gesto que lo llevó a cantar ante la televisión, con muy buen ritmo, la melodía que hacía falta esa noche del triunfo, indica que su pasión no es impostada ni que su memoria es una improvisación para agradar al respetable al que él mismo conminaba a celebrar toda la noche no sólo el himno sino el juego.