Cristiano marca y produce el efecto contagio

Alexis, un veterano central que no ha logrado corregir su tendencia a cometer un error grave por partido, alivió cualquier problema al Real Madrid, disperso en el primer tiempo, clínico en el segundo. Después del segundo gol, capituló el Alavés, cuyo mérito es indiscutible. Estaba condenado hace un par de meses y está casi salvado a finales de febrero. El rescate se debe en gran medida a Abelardo, capaz de girar los despropósitos de Zubeldia y De Biasi. En el Bernabéu, su equipo admitió su inferioridad en el segundo tiempo y aparcó el esfuerzo para las próximas jornadas. Tres o cuatro victorias, mantendrán al Alavés en Primera. Parecen muy factibles.

El Madrid terminó hace tiempo con su extraña atonía goleadora. Terminó la primera vuelta con muy pocos goles, pero ha regresado con la contundencia que le caracteriza. Cristiano Ronaldo se ha puesto a la cabeza de la manifestación. Costaba verle con unos números escuálidos, impropios de uno de los mejores rematadores de la historia, no del Real Madrid, sino del fútbol. Su insólita sequía ha terminado: Cristiano Ronaldo ha recuperado la puntería. Lo más probable es que acabe la temporada entre los tres máximos goleadores de la Liga, su sitio natural desde llegó al fútbol español hace nueve años.

Cristiano marca los goles que se le resistieron en la primera vuelta, pero su producción también mejora en otros aspectos. Juega con más agilidad, con más ligereza y quizá por ello es más preciso en sus remates. Es cierto que ya no amenaza desde cualquier lugar del campo. Tampoco saca el mismo rendimiento a sus regates, sobre todo cuando no está en carrera. Sin embargo, está más rápido, vuelve a ser temible en los contragolpes y sus tiros son de nuevo instantáneos.

Como el físico y la mente funcionan estrechamente, Cristiano ha entrado en el bucle adecuado. Le animan los goles y los goles le mejoran el rendimiento. Incapaz de esconder sus frustraciones (durante la primera mitad de la temporada lo más habitual en Cristiano era un gesto de fastidio), ahora transmite optimismo y ambición, las dos cualidades que más necesita el Real Madrid en estos momentos. París está a menos de dos semanas y el regreso de Cristiano es indispensable para el equipo.

A diferencia de Bale y Benzema, Cristiano Ronaldo es inmune al desaliento. Su fiebre competitiva se impone a todos los problemas, incluido el de la edad. Su mejor mes ha coincidido con su cumpleaños. Ya está en los 33, pero conviene no especular con su declive, como ha sucedido en los dos últimos años. Cada temporada ofrece un breve periodo para debatir sobre su presunta decadencia, antes de que invariablemente desmienta a los críticos.

Todo indica que Cristiano ha superado su mal momento de cada temporada. No sabemos si su recuperación será del calibre habitual, es decir, de las que terminan con el Balón de Oro en sus manos. Para que eso ocurra tendrán que suceder dos cosas: ganar la Copa de Europa y erigirse en la gran estrella del Mundial. No conviene descartarle en las dos carreras. Por si acaso, Cristiano vuelve a estar sembrado con el gol, con un efecto interesante sobre Benzema. Siempre se ha dicho que Cristiano es feliz con la generosidad del jugador francés, pero también es verdad que Benzema mejora exponencialmente cuando el astro portugués asume la responsabilidad goleadora. Es la situación que comienzan a disfrutar los dos, la mejor señal antes del próximo enfrentamiento con el París Saint Germain.