Gerard, la gran diferencia entre ver la vida pasar o celebrarla
La vida es aquello que pasa mientras el Espanyol se defiende. Ya sea de un triunfo por la mínima o de un empate. En Balaídos, tuvo la fortuna el equipo de Quique de convertir en gol sus dos únicos remates a puerta, al principio y al final, burlando quizá la más dura de sus estadísticas de esta temporada: la que dice que necesita 12 tiros para marcar, no desde luego la de que es el conjunto que menos dispara de toda LaLiga. Pasará el tiempo, incluso cuando debería el Espanyol situarse más cerca de su versión 3.0 que de la 1.0, pero la estrategia es siempre la misma fuera: nadar y guardar la ropa. Le sucedió ya en su anterior visita al Celta, cuando, jugando en superioridad desde el minuto 43, prefirió aguantar el 2-2 en lugar de atacar. Y lo sublimó en esta ocasión, con idéntico resultado.
Hasta cierto punto, incluso podía funcionarle a Quique su idea de partido, cómodo ante el ataque posicional del Celta, pero no así a la que los celestes se saltaban el guion: los goles de Maxi Gómez llegaron en zarpazos, jugadas eléctricas que podría firmar el propio Espanyol, de no ser porque prácticamente se olvidó de cruzar el centro del campo. Solo lo hizo en tres ocasiones, y en las tres aparece en la foto Gerard: el 0-1, con la asistencia a Baptistao, el chut cruzado del 2-2 y una acción maradoniana. El canterano, otra vez sublime, evita que el Espanyol siga viendo cómo la vida pasa sin siquiera participar de ella.