Cracks bajo la lluvia de Montilivi
Si pensaban que iba a hablar de Stuani estaban equivocados. Podría hacerlo porque, con solo 18 partidos, el uruguayo igualó su mejor registro goleador en Primera -12 tantos- y Montilivi volvió a corear su nombre. Pero no, hoy voy a acordarme de esos aficionados que, aun sabiendo que la lluvia que arrancó un par de horas antes del partido ante el Athletic no iba a cesar, fueron a animar a su equipo.
Se pusieron calcetín doble, camiseta térmica, agarraron el chubasquero, el paraguas y la manta, cruzaron los dedos deseando poder aparcar solo un poco lejos y fueron al estadio conscientes de que no iba a haber más cubierta que el cielo (la mayoría del aforo carece de protección) y que la humedad iba a pasar irremisiblemente del cemento a sus huesos... pero ejercieron de afición de Primera.
En condiciones normales, era un partido para haber superado los 12.000 espectadores pero esos 9.602, aun siendo la segunda entrada más baja del curso, no andan lejos de la media (10.500 sumando los partidos de Barça, Madrid y Atlético) y son prueba irrefutable de que en la ciudad de las piedras, la gastronomía, el teatro, Barcelona a tiro de AVE y la nieve y la playa a menos de una hora el futbol, al fin, ya es algo más que la última opción de ocio. El vínculo ha germinado. Ahora solo es cuestión de regar. Y otro día ya hablaré de Stuani porque tiempo y motivos habrá.