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Tercer tiempo

La riña en Cornellà

El Espanyol quiso que el Barça mordiera el polvo de la derrota en Cornellà, y estuvo a punto. Finalmente, los dos se ahogaron en agua y en riña. Un símbolo de la historia de estas riñas y una metáfora de lo que sucede cuando el chico quiere derribar al grande, la esencia, además, de LaLiga y del fútbol. Al final, el Barça, con todos sus efectivos, estuvo a punto de perder la imbatibilidad y la competición lo tiene allá arriba, aguantando la presión mediana de sus distantes seguidores. Fue un partido igual de incierto que todos los que los grandes jugaron contra los chicos este fin de semana.

Vídeos de Roncero

Cristiano Ronaldo no es Tomás Roncero. Eso está claro, desde múltiples puntos de vista. Pero los dos, el jugador y el periodista, son almas del Madrid. La de Cristiano, por mucho que ame a su club, es un alma transitoria, pero la de Roncero es el alma entera, fijada en el tiempo, transmitida de padres a hijos. No es Roncero un fan, ni un seguidor: es esencia del Madrid. Mientras Cristiano no quería ser filmado en el banquillo, donde no quiso estar, a Roncero lo filman cada semana en As. Él no oculta el alma, la hace visible porque representa a los suyos, a los madridistas. Cristiano le dijo no a la cámara.

Gestos de Cristiano

Siendo tan público, sin embargo, Cristiano quiere pasar desapercibido en esos momentos bajos que todo humano, aunque dios en su caso, ha de afrontar. Hubo mucha opinión en Carrusel sobre su sustitución ante el Levante. La coincidencia de su salida del campo y el empate final que consiguieron los valencianos desató especulaciones que se desvanecieron pronto: no estaba bien el portugués, ¿hubo pacto previo para que saliera? Probablemente, pero hizo tantas cosas Cristiano para desmentirlo... Le explicó al cámara que su oficio estaba en mirar al campo, no a sus humores. Y tras el empate siguió gesticulando.

Modric, paradigma

Roncero, en la sala de reuniones del As, explica con gestos su alegría o su melancolía, y en ambos casos no puede reprimir tampoco su madridismo. En el campo tuvo un cómplice provisional, Isco, que cuando desempató recibió del periodista besos y parabienes. Pero vino el empate y tiró el micrófono. En el campo seguía Modric, que fue un héroe también en los tiempos oscuros, manteniendo la fe del equipo. En silencio, ese croata de oro mantiene al Madrid en el campo y a sus aficionados en la fe de Europa. Es un paradigma de calidad + esfuerzo, y de discreción. El banquillo era otro espejo.

Cuando vas mal

Cuando tu equipo va mal, es como si te quitaran las ganas de estar despierto. Querrías dormir, aunque en el peor sueño, pero no verlo. Me pasa con el Barça: días estuve en casa, llorando, muchas veces, porque los azulgrana no atinaban. El banquillo es más de euforias, ahí les gusta ser vistos cuando ganan. Se ocultan de la derrota. Vi a Cristiano, del que ya dije, y vi a Bale. Echado de manera incómoda, como en penitencia. La cabeza contra un escalón. Cristiano, ya con su casaca oscura, haciendo vaivenes tristes con la cabeza. Los grandes no son imbatibles. Pero no les gusta ser vistos en esa circunstancia.

Alma del Sevilla

El Sevilla representa muy bien las derrotas de los grandes en los partidos de esta jornada. El Éibar lo fulminó, en medio de los delirios europeos. Al Depor se le suponía la derrota ante la Real. Y el Betis jugó un partido heroico que le acerca a su víctima, el Villarreal, en la clasificación. La copla de Los Sabandeños celebra la victoria del chico ante el grande en la lucha canaria. El sabor de LaLiga habita en esta realidad: no siempre los grandes se llevan el trofeo. Como se viva en el graderío, ante la tele o en el banquillo, explica cómo son los aficionados o cómo parecen los futbolistas. Y cómo son los equipos.

La frase

“El grande perdió, el chico ganó”

Copla de Los Sabandeños dedicada a la lucha canaria