Sainz ya respira tranquilo
Su hambre de triunfo es insaciable y no entienden otra forma de vida que no sea la superación, el desafío y la búsqueda de la excelencia.
Tenemos que ganar este Dakar como sea. Fue lo que Carlos Sainz le dijo a su copiloto, Lucas Cruz, en la primera etapa de Perú. Lo necesitaba, lo merecía. De vuelta a casa con el objetivo cumplido, el madrileño ha reconocido que nunca se le fue de la cabeza el error que cometió en 2017 y que le costó una victoria que también parecía suya. Se ha quitado un peso de encima, ya puede respirar tranquilo. Así son los campeones, su hambre de triunfo es insaciable y no entienden otra forma de vida que no sea la superación, el desafío y la búsqueda de la excelencia. Por eso se le ve ahora tan contento, tan satisfecho. Sabía que la despedida del equipo Peugeot supone igualmente un antes y un después para él, así que debía aprovechar la oportunidad.
Es pronto para especular sobre su continuidad, esencialmente porque ni él mismo tiene claro qué ocurrirá. Asegura que necesita tiempo para reflexionar, para compartir con su familiar anhelos e inquietudes. Y puede que temores. Si tuviera que dar mi opinión, diría que le he visto más fuera que dentro de las carreras. Sigue estando muy en forma y sobre su capacidad de pilotaje poco hay que decir, así que en ese sentido no le veo inconveniente alguno, los problemas son otros. El primero, y quizá más importante, que no será sencillo que le ofrezcan un proyecto a la altura de su ambición, un buen relevo para Peugeot. El segundo, más personal, saber hasta qué punto se encuentra dispuesto a seguir asumiendo un riesgo tan elevado.