Tercer tiempo
El pañuelo de Paco
Vi el partido de la Unión Deportiva contra el Valencia con el corazón en un puño, por la situación agónica de nuestro equipo canario. El fútbol es así: se hace uno de un equipo grande, pero no puede rehuir el amor por la raíz: el Tenerife, la UD. Y la última vez que el pájaro canario se fue del nido recibió en Girona un varapalo histórico. Así que el alma se puso en remojo. Fue estimulante ver el entusiasmo, que no resignación, de la afición en el Gran Canaria. Como si fuera un carnaval de salvación. El Valencia es mucho Valencia. Pero allí estaban los amarillos cantando. Y Paco Jémez ajustándose el pañuelo.
Para cantar mejor
Mi madre tenía un refrán: “Cantar bien o cantar mal/ en el campo es indiferente/ pero en llegando donde hay gente/ cantar bien o no cantar”. Y hasta ahora la UD había cantado muy mal, en el campo y en el palco. Este partido fue un cambio. Cuando vi a Paco ajustándose su pañuelo rojo al comienzo del partido tuve buenas sensaciones. Este hombre quiere hacer un fútbol bien vestido. Y lo fue. Luego escuché una triste historia familiar de Jémez, murió su padre tras el partido. Estas son palabras mayores. Abrazo para el bravo entrenador que ha puesto a cantar (mejor) a la Unión Deportiva Las Palmas.
Mejores de Carrusel
He seguido con interés el palmarés de los mejores de la primera vuelta de LaLiga según los oyentes de Carrusel. Como al cubano Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres, no dejen de leer esa novela), me fascinan las listas, y más sin son de fútbol. Hicieron bromas con Dani Garrido por el resultado: prácticamente todos los elegidos, desde Ter Stegen a Suárez, son del Barça. Le sugirieron al director de Carrusel que en una próxima ocasión había que quitar al Barça. No se puede, claro; y además este está siendo el año de Valverde, que también fue elegido el mejor entrenador.
Ganar y perder
Ganar no es tan importante; lo bueno es ganar bien y lo bueno es perder bien. Fíjense en lo que dice el título de la novela de Eduardo Verdú que acaba de salir: ganamos también cuando perdemos. Es una historia emocionante y real, la de un futbolista de la Alemania comunista al que persiguen desde el Este cuando se refugia en Occidente. Y esta vez el Barça gana también en inteligencia del juego. Se debe a Valverde, que aprendió a ganar perdiendo. Ese decoro le da suerte. Zidane extrema el afecto por sus titulares. Los estimula con palabras, esa es su sagacidad. Valverde es más de mirar.
Balecidad
Distingue a Gareth Bale, la velocidad: pies ligeros, cabeza en su sitio. De sus pies partió el partido que aupó el ánimo del equipo de Zidane en LaLiga. Tras él, Cristiano Ronaldo avanzó en su propia terapia que es, también, la Madridterapia. El Madrid encontró la vía del gol y un símbolo mayor de ese estímulo fueron los tantos del ‘7’. Al segundo de los que marcó, además, le siguió un chorro de sangre, una expresión de dolor y de alegría (del graderío, porque el jugador salió del lance mirando la herida, sin ganas de celebrar nada). La clave fue la Balecidad. Bale corre, el Madrid respira.
Cambios del Cholo
A Simeone lo vino a ver el Girona y lo halló especulando tras el 1-0. Y a este equipo gironés, que habla tantos idiomas, no se le pueden dar esas oportunidades cuando está vivo y en el campo y el resultado amenaza tormenta. Así que a ese 1-0 el Cholo le añadió la pimienta de cambios arriesgados: Costa y Griezmann, casi nada. El resultado: LaLiga se vuelve a detener por debajo del Barça. Hiciera lo que hiciera en el Villamarín, sus inmediatos perseguidores le dejaban aire en medio, como si se celebrara así el palmarés de Carrusel. Y, más abajo, el Sevilla respira hondo, en italiano.