El 2-1-4-1-2 y el repliegue del Madrid

El retroceso. Zidane no encuentra remedio a los problemas que el Madrid viene soportando durante toda la temporada en sus transiciones defensivas. El repliegue no funciona por el emplazamiento de los jugadores y lecturas tácticas equivocadas.

Ataque en estático. Cuando tiene la posesión en campo contrario, se suele organizar bajo un 2-1-4-1-2 (Varane y Nacho-Casemiro-Carvajal, Modric, Kroos y Marcelo-Isco-Bale y Cristiano), una postura arriesgada al colocar a los dos laterales a la altura de los interiores. Esta disposición le genera graves inconvenientes una vez pierde el balón y no logra recuperarlo de forma instantánea.

La secuencia. Al estar el Madrid estructurado en bloque alto y metido en terreno adversario, las grietas aparecen primero a la espalda de los interiores y Casemiro. Los rivales acomodan futbolistas en esas zonas para descomponer a los de Zidane por dentro e intentar después saltar por los costados.

Los carriles. Una vez librada esa primera presión del Madrid y aislado Casemiro, los espacios se abren a la espalda de los laterales como sucedió en los primeros goles del Barcelona y Celta (no retornó Marcelo) y Numancia (Marc Mateu ganó a Carvajal). Los centrales se ven amenazados por situaciones de uno para uno y por la caída a banda de los delanteros rivales (Bacca hará ese papel hoy). Una realidad que encaja a su vez con la idiosincrasia del Villarreal.

La actitud amarilla. La llegada de Calleja transformó el sistema a un 4-4-2 en rombo, equivalente al del Madrid, aunque el traspaso de Bakambu podría invitar al técnico amarillo a jugar con un 4-2-3-1 (o 4-3-3) en el Bernabéu. Su trayectoria induce a pensar que se asentará con un bloque medio y no ahogará la primera salida del Madrid. Su intención siempre es avanzar rápido tras robo.

La figura. El Villarreal tendrá cinco centrocampistas para lograr superioridades con ese 4-2-3-1. Con todo, los matices de cada dibujo no trastocan el rol de Fornals. Se alojará a los lados de Casemiro e integrará a Bacca con entregas directas (28 de sus pases en LaLiga acabaron en remate o gol).

Desde el medio. Manu Trigueros también destaca como lanzador intermedio. El centrocampista dota de profundidad al juego castellonense con envíos al espacio para Bacca y mezcla bien con Rodri, habituado con Calleja a actuar como pivote único.