Modric fue una bendita ocurrencia de Mourinho, que a pesar de su conocido gusto por los futbolistas fibrosos y atléticos (tipo Lukaku, Matic...) supo ver en el pequeño genio croata una luz que desde 2012 ilumina el juego del Madrid. Llegó bajo la sospecha de un precio que por aquel entonces parecía excesivo (35 millones) y que ahora nos parece una ganga. Aunque había sido el director deportivo de la era de Ramón Calderón, el club recurrió a Mijatovic para fichar a Modric. Pedja le conocía personal y profesionalmente y fue decisivo a la hora de convencer a Luka para que se declarase en rebeldía con el fin de que el Tottenham le diese luz verde para ver cumplido su sueño. Y a partir de ahí Modric ha sido una bendición para el Madrid.

Es tan bueno el croata que cuando tiene un bajón físico al equipo de Zidane se le apagan las luces. Muchos se preguntaban en los primeros meses del curso por qué Cristiano o Benzema metían pocos goles, pero bastantes sabíamos que al no estar Modric físicamente al cien por cien ésa era una de las principales causas para explicar el cortocircuito de los vigentes campeones de Europa. Pero Zidane ha sabido dosificarle y de un mes para acá por fin hemos vuelto a ver al Luka que tiene enamorado al Bernabéu. Todo lo bueno que le pase a este Madrid tiene que ser contando con Modric. Él es la luz.