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Casillas por fin es profeta en su tierra

No me gustó, como a miles de madridistas, la manera en la que Casillas se fue del Madrid en 2015. Una leyenda del club, a la altura de los más grandes de la historia, no debió irse por la puerta de atrás. Iker, como Raúl, Hierro o Santillana, por ejemplo, bajaron su rendimiento en su último curso de blanco, pero siempre dieron la cara por el escudo hasta el día de su adiós. Por eso me acerqué ayer ilusionado a Ávila. Quería darle un abrazo de agradecimiento. Por sus paradas inolvidables: las de Glasgow, la de Perotti, la de Messi en su último Clásico en el Bernabéu, la de Robben en Sudáfrica...

Ávila demostró que tiene memoria y le concedió la Medalla de Oro a este deportista que en su día se convirtió en un héroe de España. Siempre presumió orgulloso de Navalacruz, aunque naciese en Móstoles, y los abulenses han demostrado tener memoria. Le vi liberado, feliz. Sin esa mochila llena de piedras que se llevó en su amargó adiós al club que amó desde niño. Esa herida debería cerrarse pronto. El Madrid está tardando...