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Kaká se retira con un legado incuestionable

Se retira uno de los grandes. Uno de los más importantes jugadores del siglo XXI.

Kaká eligió el 17 de diciembre para anunciar su adiós a los campos de fútbol. Mismo día que, hace exactos diez años, el mediapunta formado en la cantera del São Paulo recibió, en el escenario del Zurich Opera House, el premio al mejor jugador del mundo de la FIFA.

Kaká tenía 25 años. Y fue el último brasileño y el último jugador a ganar el premio antes del duopolio de Cristiano Ronaldo y Messi.

En un 2007 casi perfecto, fue el goleador de la Champions y la gran estrella del Milán campeón de Europa ante el Liverpool. Un jugador que hasta hoy se le recuerda en Italia como uno de los mejores de la época dorada del Milán. Que siempre fue ejemplo de señoría y elegancia. Dentro y fuera del campo.

Una carrera laminada por las lesiones

Un año después, comenzaron las molestias en la rodilla y pubis. Pasó por quirófano. Y, desde entonces, nunca volvió a ser el de antes.

Los últimos ocho años de la carrera de Kaká fueron de superación, luchando contra los dolores que son parte de su día a día hasta hoy. Tendrá que tratarse de la pubalgia toda la vida.

Kaká podría haber sido mucho más grande no fueran las lesiones. Pero eso no borra su legado irreprochable anterior a sus problemas físicos.

Uno puede quedarse con las imágenes de aquél jugador frustrado, día sí, día no en el departamento médico del Real Madrid. Yo prefiero recordar a aquél futbolista brillante con la camiseta rossoneri y canarinha. 

Uno de los mediapuntas más polivalentes, talentosos y eficientes del fútbol moderno. Que creaba y remataba con la misma genialidad.

Un jugador único que, lamentablemente, no hemos podido disfrutar más por una mala jugada del destino.