A este Madrid no hay quien lo entienda

Mejoría irregular. Ni una comparecencia brillante ni un final notable contra el Borussia regeneró del todo a un Madrid que anda sumido en la travesía del desconcierto. Le debió durar más el buen juego con el que atosigó a un rival empequeñecido respecto a lo que era antes.

Puesta en escena. Se encomendó a Cristiano, esta vez abierto a la banda izquierda y perfilándose hacia el interior con acierto. Los dos primeros goles tuvieron origen en él. La efectiva presión descosió a un conjunto alemán impreciso hasta que el Madrid decidió desconectarse del partido.

Renuncia. Sólo hubo Borussia por los deméritos contraídos por los de Zidane. La lesión de Varane le pilló a pie cambiado (discutible la gestión del técnico de alinearle en un duelo intrascendente por el déficit de centrales ante el Athletic) y su rival ganó trazo ofensivo a medida que se desordenaba el Madrid. Aubameyang castigó la indolencia blanca.

Empeño final. Se volvió a agarrar al encuentro bajo la dirección de Ceballos tras el merecido revés y empujó en busca de un triunfo que encontró la firma de Lucas Vázquez. Sobre el alambre vive este Madrid al que resulta difícil de entender. Juega a golpes y sin hilo de continuidad. El futuro le exigirá mucho más.

Encima del rival

Isco y Kovacic aprietan en la recuperación y ahogan la salida del Borussia en el minuto 18. El sistema de presión del Madrid funcionó de inicio.

Desactivación

Se fue disipando la intensidad madridista. Nadie estaba cerca de Sahin y Kagawa (receptor) en la jugada del segundo gol alemán. Cuestión a solucionar.