El Valencia ya conoce la derrota

Llegó la primera derrota. El Valencia se dejó en Getafe su condición de invicto. Marcelino paró el reloj de la imbatibilidad de su equipo en Liga donde lo hiciera Rafa Benítez: 13 partidos. Así como el hoy entrenador del Newcastle cayó en la jornada 14 frente a la Real Sociedad en Anoeta, el asturiano lo hizo en Getafe en idéntica hoja del calendario liguero. No es mala la cifra (¿quién no la hubiera firmado tras ver el sorteo?) y menos aún lo es la comparativa. Aquel Valencia, que a estas alturas llevaba 8 puntos menos que el de Marcelino, acabó proclamándose campeón de Liga, algo que allá por agosto ni de lejos era la guerra de este Valencia ni tampoco ahora deja de serlo solo por el gol de Bergara. El tiempo dirá por qué pelea el equipo blanquinegros allá por abril. De momento, sigue segundo, aunque ya con el Atlético a solo un punto y el Sevilla, que hoy es quinto, a una distancia de tres. Y esa sí que era, es y será su guerra.

 
Cuando no se esperaba. Es obvio que la derrota en Getafe deja cierto sabor amargo, de decepción. Por la forma y el fondo. Por lo que pudo ser y por cómo fue. Al empate del Barcelona contra el Celta del sábado le acompañaron las cuentas de la lechera, lógicas por el estado de felicidad en el que habita el valencianismo, aunque ellas, las quinielas emocionales, son tan malas consejeras como peores compañeras de viaje en partidos ‘trampa’ como era el del Coliseum. Seguramente los más ya veían al Valencia a solo dos puntos del liderato y con los de Valverde visitando al Villarreal y Real Madrid antes de final de año. Pero se perdió contra el Getafe, que jugó desde el minuto 25 con uno menos, y además cayó el Valencia sin jugar bien. Con actitud, pero sin precisión ni la velocidad con la que acostumbra a jugar. Guedes es Guedes, que diría aquel. Fue un Valencia demasiado encorsetado, como amedrentado por un Getafe al que Bordalás inyecta adrenalina. Un Getafe intenso, algo que pagó con la expulsión de Arambarri, y que supo aprovechar el error de Gabriel Paulista, que hizo lo que nunca debe hacer un central, despejar hacia el medio. Aún así, Parejo mereció irse con al menos un gol de falta y no solo lamentándose por el pésimo estado del terreno de juego. Pero Guaita demostró que está de dulce y que los rivales también juegan.    

Labor de Marcelino. Precisamente decía Benítez que cada partido que pasa un equipo sin perder, más cerca está de la derrota. Labor de Marcelino es que nadie entre en depresión por ello. Su Valencia nunca fue imbatible, solo era un equipo que todavía no había perdido y que ahora tratará de que pase tiempo sin volver a hacerlo. El Valencia necesita los mismos refuerzos en enero que antes de jugar en Getafe y es un igual de competitivo que cuando estaba invicto. Pero, sobre todo, no olvidemos lo que decía el gran Barrachina: “La Champions es la Champions y a ti te encontré en la calle”. Esa es la auténtica batalla ché.