Sevilla, angustia y orgullo
Anoche había que tragar saliva en Nervión. En una extraña dicotomía, la Europa del Sevilla en la última década se divide en noches de grandeza, delirio y champán en Europa League (Schalke, Shakhtar, Tottenham, las finales de Eindhoven, Glasgow, Turín, Varsovia y Basilea) y tragos amarguísimos (Fenerbahce, CSKA, Braga, Leicester) siempre en Champions. Todo lo que sale cara en una, se vuelve drama en otra. Así que, sí. Cuando Ze Luis hizo un injusto 2-1 (78'), hubo que tragar saliva. El final iba a ser insoportable.
Pero ganó el Sevilla y está en carrera. Le hizo falta todo el aliento del Sánchez Pizjuán, el tronco robusto de Nzonzi y el talento de Banega. Si vuela Banega, vuela el Sevilla, que se ha repuesto con gallardía de los atropellos en Moscú (5-1) y Valencia (4-0). Berizzo ha matizado el sistema para dar su espacio al argentino y la clasificación del grupo tiene otro lustre para el Sevilla. Va a hacer falta otra noche grande contra el Liverpool. Para entonces, estará bien haber resuelto el estado físico precario de jugadores que abandonaron el partido al límite como Sarabia o el mismo Banega. Un asunto extraño atendiendo a la política de rotaciones de Berizzo. Pero eso será mañana. Este miércoles, el Sevilla ganó con angustia pero con justicia y celebró que tiene percha para llevar con dignidad el traje de la Champions. Está en cierta condición de precariedad, pero honra su historia reciente.