JUAN CRUZ

Tercer tiempo

Juan Cruz nos da su opinión y análisis sobre la sucedido en la última jornada de Liga.

Juan Cruz
Actualizado a

Fiesta mediterránea

Con Isco no basta. Y el Girona recibió en la cara la pasión del Mediterráneo. Una fiesta que habrán celebrado, también, en Barcelona, en Valencia. Una derrota del Madrid es siempre inusual. Y que pierda con el Girona es excepcional, puramente. Cuando un equipo así pierde se iluminan en rojo todas las variables del fútbol. Y no sólo gana el Girona, un modesto alzado. Ganan otros, y da la casualidad de que los dos que ganan son, como el equipo gerundense, de ciudades mediterráneas, el mar fértil de Raimon y de Serrat. Hubo pasión en el Girona; al Madrid le llegó muy tarde.

Pasión del fútbol

De chicos éramos de varios equipos a la vez. En el bar donde jugábamos al futbolín y al billar unos eran del Real Madrid, y elegían las bandas blancas del chapolín, un billar más divertido. Los que éramos del Athletic y del Barça jugábamos desde las rojas, en contra de esas bandas. Yo era de los dos equipos, y ahora ya sólo soy del Barça. ¿Por qué? Por la radio, por las canciones. De muchacho escuchaba Radio Barcelona, que se oía mejor desde mi casa en Tenerife, y escuchaba cantar a Raimon. Y me fui haciendo azulgrana. Ayer me acordé de cuando era de ambos.

“El Bilbao”

Nosotros decíamos “el Bilbao”, porque así lo escuchábamos decir. Y lo dije hasta muy tarde, en la Transición, cuando un escritor bilbaíno de nombre Edorta me dijo que decir eso era desmejorar al Athletic. No se podía decir “el Bilbao”. No recuerdo si Antonio de Rojo (cuyo Carrusel evocaba Relaño hace una semana en El País) lo decía de una u otra manera. Pero lo que sí es cierto es que entonces y después tuve una enorme simpatía por esos colores y no me hubiera importado ahora que ese Athletic de uniforme tan clásico en el fútbol le hubiera empatado a mi equipo.

El empate

El empate tiene pocas simpatías, porque aquí se va a ganar. El Athletic con hache mereció el empate ante el Barça desmadejado de Messi y Ter Stegen. Y el Villarreal, que ha ahondado la sensación de repliegue del Atlético sin hache, mereció el empate que logró ante un Simeone desesperado de ver a su equipo ahora insolvente. El equipo amarillo es como aquella primera canción de Raimon, potente y confiado, no se arredra, va cara al viento y el Atlético se amedrentó. El Atleti, sin hache y sin o, lo vive como una derrota. Es curioso: el de enfrente, que tiene el mismo resultado, lo vive como una victoria.

Viento de Valencia

Y es que el Mediterráneo, cuyos vientos cantan en la misma lengua Serrat y Raimon, está dando de sí ahora buenas atmósferas. El Valencia se encarama a la zona de importancia, es capaz de mostrar estética y bravura a la vez, els ulls al vent. Digamos que el Valencia es la mejor noticia de esta Liga de dos o tres y que ahora es, hay que saber hasta cuándo, una Liga de cuatro o cinco, el Sevilla incluido, y por supuesto el Madrid. El Sevilla respira, tras el revolcón moscovita. Pero lo del Valencia, mismos jugadores, nuevo espíritu, se debe a Marcelino, que sosegó el alma, el cor al vent.

Noticias relacionadas

Ter Stegen

Lamento lo que le está pasando a Iker Casillas, aquel santo del Madrid, en el Oporto. El fútbol está dominado por el factor humano, la envidia, el desdén; todo viene del dinero y de la codicia, y también de la antipatía, en esta vida que el fútbol alegra. Pero al fútbol esos venenos le entran sin freno, e imagino que en el caso de Casillas ahí está presente. Y en el ámbito de las porterías: qué estimulante rectificación de Ter Stegen. De ser el más inseguro, ahora es el bastión del Barça. Pasan en el fútbol estas rectificaciones. Dicho sea. Y que el Oporto le rectifique el acoso a Casillas.

Te recomendamos en Opinión

Productos recomendados