Acertó el azar en Lisboa
No acertó nadie, sólo acertó el azar en Lisboa. Un partido mediocre que gana el Barça aupado en la limitada fortuna concedida a Luis Suárez, tan inoperante como nunca pero casual en su encuentro con un balón que terminó siendo pan caliente del partido.
Y es que el azar juega también, tiene su sitio en el campo, se sitúa estratégicamente, hace lo que le da la gana y en ocasiones beneficia al Barça. No es el equipo azulgrana un equipo de azares, mi amigo Tomás Roncero dirá lo contrario; así que no entiendo muy bien por qué los colegas de Carrusel insistían tanto en la fortuna como aval de esta victoria. Parece mentira que el Barça gane por azar.
Es que si no hubiera asistido al Barça ese azar colgado por Messi y disputado luego con fortuna (azar al cuadrado) por la casualidad el partido hubiera quedado en tablas, nada por aquí, nada por allí. Hubo algunos destellos, de Iniesta, que no es solo un gran futbolista sino un profesional honrado, paradas notables de Ter Stegen, que ya no nos pone de los nervios porque acaso él no los tiene, y esas arrancadas de Messi.
Del resto, silencio, como si el equipo se hubiera callado. Valverde incorporó a Paulinho, por si sonaba la flauta. Llegó sin música. Contagiado por el equipo, el brasileño perdió una oportunidad que le hubiera quitado al Barça el suspense final.