Schroder, una estrella de rock
El peluquero de Schroder. Sin Dirk Nowiszki la selección de Alemania -nuestra rival de cuartos- se ha dado de bruces con una nueva estrella que tiene peticiones de tal. El base de los Hawks exigió que la federación alemana cumpliera una serie de obligaciones si querían que jugara este Eurobasket. Empezó Schroder pidiendo que su familia se alojara en un apartamento en Turquía con cargo a su federación. Cuando accedieron a ello, añadió a varios amigos a las exigencias. Pero la excentricidad alcanzó nivel de estrella de rock al pedir también alojamiento para su peluquero particular. Y aquí lo tiene. Dice que familia, amigos y peluquero le dan fuerzas para jugar. Alemania ya sabe que su estrella está en la selección...por los pelos....
Hermanados a triples. Los Gasol y los Hernangómez conforman las dobles parejas de hermanos de la Selección. Entre ellos se ha instaurado un original concurso en los entrenamientos. Nos contó Juancho en El Larguero que Willy y él ganaban a Pau y Marc en la primera fase y que en ese momento debían los veteranos a los nuevos 40 euros. Intentaré enterarme del marcador final. Sabiendo lo competitivos que son los cuatro lo de menos es el dinero que ganen, lo verdaderamente importante será el vacile de ganadores a perdedores del concurso.
Taxi driver. El tráfico es uno de los grandes problemas de Estambul. En una ciudad de más de diez millones de habitantes ir de un sitio a otro a determinadas horas es un infierno. Los críos venden agua y fruta en medio de lo que podría ser la M30 de Madrid porque aquí la velocidad media es de 10 kilómetros hora en los atascos y un caracol podría adelantarnos. Excepto si eres taxista. Los taxistas son alquimistas. Convierten un atasco en una montaña rusa. Nos han explicado que si el coche se para, el taxímetro casi no computa y hacen lo que sea por no detenerse. Que hay que subirse a una acera, se sube uno, que se trata de tomar un par de calles en contradirección, ningún problema. La verdad es que con un taxi en Estambul a nuestro destino llegamos siempre en hora aunque sea cercanos al infarto.