Después de tanto sol, España necesitaba un buen chaparrón

Por la deriva que estaba tomando el Eurobasket para España, a pulso por sus virtudes, se estaba instalando la sensación de que más palizas descomunales conducirían más a cierta angustia existencial (¿qué pasaría si...?) que a un plus de confianza que, en realidad, lo que necesitaba era un triunfo así: desdibujado, fuera de las zonas de confort, contra un rival al que hay que roer, después de un mal inicio, con el tiro exterior errático y Pau Gasol controlado por un enemigo que cuenta con un súper clase al que además (con 23 años) empieza a ribetear la aureola de que se le da bien España: Dario Saric.

España, la arruga es bella, necesitaba un partido así: desdibujada, acorralada y obligada a sufrir. Fue como la irrupción definitiva en el campeonato, el ensayo para lo que vendrá en los cruces, al menos en algún partido en el que las musas tarden en llegar (diez puntos Sergio en el último cuarto) y el plan de juego del rival parezca funcionar. Será siempre algo similar a lo que hizo Croacia: colapso de la zona, mucho físico, poco juego en transición.

Después de tantos días al sol,el chaparrón acabó pareciendo de lo más saludable. Venía perfecto jugar mal (más feo que mal en muchos tramos) y ganar, apretar los dientes aunque la derrota no era un drama, romper a sudar y, en definitiva, no sentirse intocable. Hasta el enredo final con los árbitros sirve como ensayo. Un triunfo amasado en la defensa y en las pequeñas cosas que acaban siendo, gota a gota, gigantescas a lo largo y ancho de estos campeonatos: los robos de Ricky, las soluciones de Sergio, la envergadura de Juancho, la pelea por el rebote de ataque y la estabilidad con los tiros libres en el último minuto. Los intangibles de Marc, el carácter de San Emeterio y unas alternativas que incluyen, hoy Scariolo enseñó la baraja buena, muchos minutos con los dos bases en pista y con Juancho al lado de los Gasol. Y con el aporte energético de ese núcleo campeón con el Valencia (San Emeterio, Sastre, Oriola…) que se siente capaz de todo. España perdió la figura y tuvo que ganar desde la vulnerabilidad. Su despliegue de los tres primeros partidos demostró por qué es la favorita. El de este cuarto, por qué es la campeona. Y la suma de todo, en el firmamento y en el lodo, es esta Selección absolutamente brillante pero también, y ha estado bien recordarlo, dura como el acero. Un paso más.