Un día de fiesta que acabó en furia

Se había señalado el día de ayer como el Día D o el Dembélé Day. El lunes de la presentación del crack venía a ser un oasis en un agosto convulso. Como dijo un amigo madridista “parece que en Barcelona empieza a escampar”. El empate del Madrid ante el Valencia en el Bernabéu la noche antes dejaba al supuestamente peor Barça en años dos puntos por delante del mejor Madrid de todos los tiempos antes del primer parón de la Liga. Además llegaba el extremo deseado, la figura que debe hacer olvidar a Neymar y formar con Messi y Luis Suárez otra delantera para enmarcar, quien sabe si en carteles electorales.

Pero lo que tenía que ser un día de fiesta casi se va al garete. Una mala previsión, un fallo burocrático, una vacilada del Dortmund (que ya había presentado a Yarmolenko)...un día sabremos el motivo de lo que pasó, que no fue otra cosa que un retraso monumental sobre la agenda prevista. Con más de 15.000 personas tostándose al sol de Barcelona, Dembélé no comparecía y aparecieron los nervios. Y como el horno no está para bollos, el día de fiesta se convirtió en un día de furia. Los aficionados que fueron con el ánimo de ovacionar a su nueva estrella acabaron por pedir a gritos la dimisión de Bartomeu mientras Dembélé se hacía un lío con la pelota. Bienvenido al Barça, Mosquito.