Francesc Via

Chen, ahora hay que jugar

"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Es una frase de Stan Lee, que no es primo de Bruce, sino el viejito con bigote que siempre aparece en todas las películas de superhéroes, de los que no en vano es creador. Esta frase la podríamos aplicar a Chen —Rastar Group, si lo prefieren— y al Espanyol. No se puede comprar un juguete de la magnitud de un club de fútbol si no se va a jugar con él. Es una puerta directa a la frustración y ya ha sucedido en otros lugares, como por ejemplo Valencia. Sea por las restricciones del gobierno chino, porque la compañía no va tan boyante como antes, o por el sursum corda, el caso es que Chen ha cerrado el grifo. Siempre dijo que el Espanyol tenía que aprender a generar por sí solo. En eso no ha mentido. Pero hay que entender que gran parte de la masa, y hasta el entrenador, sienta que se han defraudado las expectativas. Para empezar a hacer girar el círculo virtuoso, se necesita algo más que congelar la deuda y confiar en las ventas. Hay que invertir en el primer equipo para que sea el motor de la entidad y eso forzosamente pasa por romper la barrera de la mediocridad e instalarse en el grupo de los que van a Europa. Y Chen lo sabe.

Otra cosa es que los profesionales del club sean los más adecuados o no para pilotar esta transición. Eso no elude lo más mínimo la responsabilidad de Chen: si no hacen lo que de ellos se espera, que los cambie. Pero dejar de dar el salto necesario es no haber entendido que si el Espanyol no crece, mengua. Otro año de travesía en el desierto es mucho más que un año perdido.