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Un deporte más allá del sistema

Los eSports han nacido, crecido y evolucionado bajo una comunidad joven y autosuficiente que no ve con buenos ojos la llegada de agentes externos. Pero lo cierto es que se han convertido en un fenómeno de masas que permite a las empresas llegar a un público que es poco receptivo a los canales tradicionales de comunicación y publicidad. De ahí el desembarco en masa de la telecos y de otras compañías, que ven en los eSports el Dorado del siglo XXI. Su participación en grandes eventos deportivos, como los JJ OO, supondría un espaldarazo mediático a estas grandes inversiones, aún poco rentables, y una legitimidad que la comunidad de jugadores ni busca ni necesita.

La transformación en un deporte convencional supondría la creación de una Federación dentro de un modelo español excesivamente intervencionista a jucio de los organizadores, el sometimiento a las leyes antidopaje de la AMA y la regulación de la situación laboral de unos jugadores profesionales, que actualmente son el eslabón más débil de un negocio que mueve cifras millonarias. Es cierto que los eSports adolecen de un régimen disciplinario común, que empiezan a tener un problema con las apuestas ilegales y que la corta vida profesional de sus protagonistas, en declive a los 27 años, exige un replanteamiento general de las partes afectadas. Pero habrá que encontrar soluciones más imaginativas que la de importar los modelos y reglamentos de los deportes tradicionales.