Paulinho, contra corriente desde el inicio
Pagar 40 millones por un jugador que hace tres meses costaba exactamente 40 millones no es una negociación para enmarcar.
El Camp Nou es extremadamente caprichoso e indescifrable con sus jugadores. Hay futbolistas que, hagan lo que hagan, caen en gracia desde un inicio. El sueco Henrik Larsson es un buen ejemplo. Siempre tuvo el beneplácito de la grada. En cambio, otros, a menudo de la cantera, han de ganarse el beneplácito de la grada, que sospecha de ellos por defecto. Le pasó a Xavi, a Gabri, a Valdés en sus inicios y también a figuras consagradas como Koeman. Todos ellos fueron juzgados severamente desde su primer partido, pero el caso de Paulinho supera los precedentes. A Paulinho le están acribillando antes de llegar.
Podemos coincidir que pagar 40 millones por un jugador que hace tres meses costaba exactamente 40 millones no es una negociación para enmarcar. Que tenga 29 años y que juegue en China tampoco ayuda. Pero no deja de ser un futbolista fijo en la selección brasileña y ofrece un perfil que el Barcelona había perdido desde que se marchó Keita (a China, precisamente), un jugador que era un especialista en cierto tipo de partidos que requerían más percusión que cuerda.
Lo va a tener difícil el brasileño, que va a tener que remar contra corriente siendo víctima de una planificación deportiva en la que él nada tiene que ver. Corre el riesgo Paulinho de recibir en su persona unas críticas que apuntan mucho más alto y eso, antes de verle jugar es muy injusto.