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A Guliyev le batió Bruno Hortelano

Todos discutíamos sobre quién iba a ganar los 200 metros, si el sudafricano Wayde van Niekerk o el botsuano Isaac Makwala, hombre traqueteado en Londres, por aquello de una enfermedad que no lo era y que le impidió correr normalmente en 200 metros. Lo hizo solo, con flexiones incluidas y toda esa historia que a estas alturas es del común conocimiento. Pues bien, ni Van Niekerk ni Makwala: el oro fue para un turco nacido en Azerbaiyán llamado Ramil Guliyev. ¿Y quién es? Séptimo en los Mundiales de Berlín 2009, quinto en los de Pekín 2015 y octavo en los Juegos de Río 2016. Pero, desde luego, nada comparable con el oro que consiguió ayer en los Campeonatos del Mundo de Londres, remontando a Van Niekerk, que ya es remontar, porque el sudafricano es básicamente cuatrocentista.

Qué hubiera hecho nuestro Bruno Hortelano si aquel maldito accidente de tráfico no le hubiera destrozado la mano derecha? No se trata de entrar en historias de ciencia-­ficción, pero al ahora campeón mundial de 200 metros, blanco en un territorio de hombres de color, le batió Bruno, nacido en Australia, pero hijo de españoles, en los Europeos del año pasado: 20.45 del uno por seis centésimas más del otro. Volvemos a Van Niekerk: quería un doblete, y se queda con un solo oro. Me ha decepcionado, no tanto por eso, sino porque en los 400 frenó cuando se vio vencedor, en una actitud que no me gustó. Y también porque se ha mostrado poco competitivo cuando se trata de doblar distancia. En la vuelta a la pista era superior; en los 200 ya no podía con el alma. ¿Sucesor de Usain Bolt? Creo que no.