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JUANMA LEIVA

Contador y el difícil adiós

Alberto Contador pondrá fin a su carrera profesional tras la Vuelta. Una decisión que llevaba tiempo rondándole por la cabeza. De hecho, no es la primera vez que anuncia su adiós. Al principio de esta temporada, después de firmar con el Trek cuando ya había asegurado que dejaba la bicicleta, daba dos razones para explicar su cambio de opinión: "El ciclismo es mi trabajo, pero también mi pasión, y he decidido seguir porque aún soy competitivo y porque llena ver a la gente disfrutar con lo que uno hace". Por eso parece que la Vuelta era el lugar idóneo para la despedida: en una grande, ante rivales de primer nivel y, como él mismo afirma en su anuncio, “en la carrera de casa”. Se dice que el pasado Tour fue muy duro para él y que ha influido decisivamente para dar marcha atrás en una renovación que estaba muy avanzada. La ronda francesa, donde no le acompañó la suerte, también ha parecido recordarle el lado amargo de un deporte en el que, a los 34 años, cada temporada cuesta más la puesta a punto y cumplir con todos los sacrificios que requiere.

Pocos se imaginan a Contador reconvirtiéndose en un corredor con objetivos más modestos y quizá él tampoco deba enturbiar el recuerdo que dejará en un aficionado con el que siempre conectó por su manera de correr. “Cuando la gente se acerca no me habla de mis títulos, sino de días como Fuente Dé, Formigal...”, ha asegurado en alguna ocasión sobre aquellas actuaciones que le labraron una imagen de ciclista romántico dentro de un deporte cada vez más encorsetado por las estrategias y los vatios. Una faceta que dio más lustre a sus triunfos y ayudó a que fuera más fácil también perdonar sus errores. Seguro que muchos aficionados se acercarán a las cunetas en la próxima Vuelta para reconocerle todo lo que ha aportado a este deporte. Por eso, parece una decisión más que acertada que haya elegido también él despedirse en persona de aquellos que le recordarán como uno de los grandes del ciclismo español.